La Argentina es uno de los países del mundo que muestra el mayor interés en las criptomonedas. Pero no todo es color de rosa. La inflación, desde ya, hace estragos en el poder adquisitivo de las personas y, claro, la inestabilidad de las monedas digitales principales no ayudan para nada: el país retrocedió al puesto 13 en adopción de criptomonedas, según el último informe de Chainalysis.
No es para menos: en todo el mundo se vive un "criptoinvierno"; y la Argentina no es la excepción. Además, algunas stablecoins, un reemplazo para el dólar, cayeron de una manera u otra. Pero las esperanzas son lo último que se pierde: se espera que la adopción de criptos en el país suba 235% para cuando termine 2022, de acuerdo a una encuesta de Sherlock Communications.
Más allá de los fríos números, el entusiasmo que concitan las criptodivisas en la Argentina es notable. No por nada la próxima Latbitconf 2022, una de las conferencias cripto más importantes del globo, se realizará en Buenos Aires el 11 y 12 de noviembre.
El nacimiento de los criptochocolates argentinos
Hay quienes llevan este entusiasmo a la práctica, incluso más allá de las criptomonedas en si misma y la inversión. Un buen ejemplo es el caso de Cesar Lopardo y Natalia Queiroz, dos profesionales de la salud de 44 y 41 años, que exactamente el 20 de junio de este año, y aprovechando el día del padre, comenzaron a vender sus "criptochocolates".
No, no son NFT que prometen chocolates a futuro o una nueva cripto con nombre llamativo, sino que se trata de chocolates que vienen con la forma de los logos de las monedas digitales más conocidas.
"En lo personal, realizo inversiones de mis ahorros en las finanzas tradicionales hace unos o años, siempre buscando la independencia financiera", explica Lopardo en diálogo con El Cronista.
Agrega que conoce al Bitcoin desde que "valía u$s 40" -es decir, durante el primer rally de precios que se dio entre finales de 2012 y el primer cuatrimestre de 2013- y que desde comienzos de año tenía pensado formarse de manera más sistemática en todo lo que es el ecosistema cripto.
"Y se me sumó el chocolate. Tengo cursos de chocolatería previos, pero lo que desencadenó todo fue el cumpleaños de mi hijo durante la tercera ola del Covid, no conseguíamos quien haga la torta, la hice yo y ahí arrancamos", rememora.
Decidió entonces reunir dos de sus intereses, las criptos y la pastelería. "Vimos un nicho vacío de chocolates en cripto, y el día del padre hicimos la cuenta de Twitter y, casi inmediatamente, la primera venta", cuenta.
Los chocolates son totalmente artesanales y la estrella, cuenta Cesar, es la moneda Bitcoin de chocolate rellena de dulce de leche. Tres meses después de comenzar, con el emprendimiento, Cesar y Natalia participaron de varios eventos criptos y realizan ventas a todo el país.
Para crecer, realizaron una inversión en herramientas de pastelería y, más que nada, en el packaging y en materia prima: el chocolate. "Nos encontramos con lo importante que es el packaging y algo que no es novedad para nadie, el aumento semanal de los insumos, mientras que nosotros desde que empezamos solo hicimos un único aumento", comenta.
El primer mes facturamos $ 32.750; el segundo, $ 63.628 y el tercero $ 93.400. El crecimiento es lento pero seguro. "Nos han solicitado candy de chocolate cripto para cumpleaños de adultos y para regalos empresariales. Y participamos de Cryptopall y en The Merge Watch Party, el evento que organizó el influencer cripto local Pablo Sabatella". También le vendieron chocolate con forma de criptos a Buenbit y a otro de los grandes locales que Lopardo prefiere no nombrar por el momento.
El marketing es boca en boca, y a través del ámbito habitual de los fans de las criptos, las redes sociales. Los ayudaron a ganar relevancia el ya mencionado Sabattella, y Manuel Beaudroit, cofundador y CEO de belo, una billetera digital que permite operar en pesos argentinos y criptomonedas.
Cuánto cuestan y cómo comprar los criptochocolates
Lopardo señala que las ventas las realizan exclusivamente por redes sociales, a través de las cuentas de Instagram (criptochocolates) y Twitter (criptochocolate) del emprendimiento.
Los pagos pueden ser digitales y, obviamente, aceptan criptomonedas. "Cualquiera -dice-; las que más usan para pagarnos son las stablecoins Tether y DAI", apunta.
Respecto a los precios, el box invierno cuesta $3000 e incluye 12 Bitcoins (seis sólidos y seis rellenos), 100 gramos de arándanos bañados en chocolate y dos Bitcoin de Marroc. El peso total de la caja es de 520 gramos.
Mientras tanto, el box Cookies está $2400 e incluye ocho bitcoins a elección (la mitad rellenos), dos Bitcoin de Marroc y cuatro triángulos de chocolate blanco con Oreo. El peso total es de 400 gramos aproximadamente.
Los criptochocolates y la teoría de la larga cola
La "larga cola" una tendencia actual del capitalismo que, gracias a la conectividad, el mercado masivo está mutando a un mercado de nichos: por primera vez en la sociedad de consumo, la venta de pequeñas cantidades es rentable.
"La teoría Long Tail sostiene que nuestra cultura y economía está pasando de estar concentrada en un número pequeño de 'éxitos' (productos y mercados de amplia aceptación) en la cima de la curva de demanda, a dedicarse a una enorme cantidad de nichos especializados en la cola", explicaba Chris Anderson, uno de los padres de la teoría, editor de la revista Wired que publicó un articulo en 2004 que dos años después se convirtió en un popular libro.
Esta es la teoría detrás del nacimiento de Amazon, por ejemplo, y claramente de esto se aprovechan los emprendedores como Cesar y Natalia. Lo que para una empresa grande pueden ser pocas ventas poco rentables, para ellos puede convertirse en un negocio hecho y derecho. A eso apuestan.
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