¿Cómo hacés para difundir la cultura de la diversidad de instrumentos financieros en un país tan obsesionado por el valor del dólar?
Cuando un cliente se acerca, generalmente, es pidiendo consejos. Muchas veces llega confundido porque lee los diarios que le dan la noticia de ese día y no necesariamente la perspectiva de acá a seis meses o a un año. Entonces la gente se desorienta. El dólar es noticia cuando sube, pero menos noticia cuando baja o se queda quieto. En resumen, en un país como Argentina con tanta volatilidad es lógico que la gente se confunda y necesite un asesoramiento… y para eso estamos nosotros.
- Son una luz en el camino (risas)...
Sí, la gente necesita una guía y muchas veces nos vuelve locos. Sobre todo aquellos clientes que están muy pendientes de sus inversiones y son muy ansiosos: “ey, vos me dijiste que compre esto, pero hoy bajó”. Es una tarea difícil llevar la vista a los medianos y largos plazos y en eso el dólar es la manera más simple de invertir. Y la gente suele aferrarse a la simplicidad, que muchas veces no es la decisión más acertada.
- En los últimos años se avanzó mucho en bancarizar crecientes segmentos de la sociedad, pero no así en mejorar su cultura financiera, ¿coincidís?
Totalmente. Pero sucede que educar al inversor requiere de tiempo, no es algo que se logra en un rato como abrir una cuenta bancaria o tomar un préstamo. Y aquí, con tantas alzas y bajas, lleva más tiempo. Los bancos no tienen un grupo de gente dedicada a esta educación o -si la tienen- está en casa matriz o sólo para determinado grupo de clientes. A nosotros nos fascina esta tarea, vivimos de esto y nos da placer poder asesorar a clientes y -la mayoría de la veces- lo hacemos de forma gratuita porque tampoco existe la cultura de pagar por este asesoramiento.
- ¿Y cómo ganás plata?
Bueno, este asesoramiento gratuito se hace esperando que luego el cliente abra una cuenta en tu sociedad de bolsa e invierta con nosotros.
- Uno tiene la idea de que para tener una cuenta con Uds. hay que tener billetera ancha…
No necesariamente. Hay productos que son muy simples, como los Fondos Comunes de Inversión (FCI), una modalidad que desde el año 1996 gestionamos con una empresa específica y donde llegamos a tener hasta 15 FCI inscriptos en la Argentina. En estos instrumentos los clientes pueden invertir desde $ 1.000 o menos. Además son fondos muy simples donde prima la idea de proteger el capital.
- ¿Cuántos clientes tienen hoy?
Entre 4.000 y 5.000 clientes con distintos grados de actividad y niveles de asesoramiento.
- Ya me contaste cómo luchás contra el dólar como única forma de resguardo… ahora hablemos del ladrillo, la otra pasión financiera argentina (risas).
Nosotros nos especializamos en activos financieros, pero nos encantaría tener alguna herramienta que nos permita convertir a los ladrillos en participaciones que se pudieran comprar en la bolsa. Hay fideicomisos y algunas alternativas, pero la legislación no facilita todavía vehículos simples y sencillos para poder ofrecer el ladrillo dentro de un portafolio.
- Desde que estoy en el periodismo de economía, hace más de 20 años, he asistido a conferencias y eventos donde se vaticina que el mercado de capitales tiene que desarrollarse... y nunca pasó… ¿se logrará alguna vez?
Es una muy buena pregunta (risas). Es verdad que no hemos logrado la liquidez y el volumen porque el mundo de las finanzas y el mercado de capitales requieren de un plazo mucho más largo del que los argentinos estamos acostumbrados a trabajar. Lamentablemente tampoco están las condiciones macroeconómicas para poder desarrollar un mercado de capitales.
- Una deuda que sigue pendiente…
Pero ojo: así y todo, el mercado de capitales en Argentina ha sido muy generoso con sus inversores y les ha permitido ganar mucho dinero. ¿Qué quiero decir? Que con buen asesoramiento, aún en el mercado argentino, se puede ganar mucho dinero.
- Cuándo escuchás hablar sobre “la timba financiera”, ¿qué te produce?
Bueno, es una forma de decir. Por supuesto que en una inversión financiera se hace una apuesta que puede salir bien o puede salir mal. En la vida hacemos apuestas constantemente: desde que nos levantamos, hasta que nos acostamos. Y está bien: en la vida hay que hacer apuestas y los que se animan a hacerlas son a los que les va bien.
- Debés haber visto pasar esta calesita de suba de precios, de salarios y todo para peor varias veces en tu vida… ¿no te da un poco de impotencia repetir estos ciclos?
La experiencia nos enseña más que los libros. Cuando uno vive una experiencia en carne propia sabe mucho más de lo que pudo haber leído en un libro y en ese sentido sabemos sobre inflación más que cualquier egresado de la mejor universidad del mundo. Y por eso hemos aprendido que la inflación no nos lleva a buen puerto, que con inflación la base de la economía es de barro y cuando hacés algo sobre esa base se puede mover y caer.
- ¿Hay que atacar primero la inflación que empujar el nivel de actividad?
Sin ninguna duda la inflación primero. No podemos convivir con ella. Si hay que resignar por un tiempo el nivel de actividad, habrá que hacerlo porque de nada sirve seguir construyendo sobre el barro.
- ¿Cómo es eso de que tenés 70 gerentes comerciales?
¿Ah? ¡Viste! Es nuestra fórmula secreta… (risas). Desde Capital Markets Argentina estamos potenciando la figura del “broker” o “banquero”, que son los agentes productores bursátiles que contempla la nueva reglamentación y que nos permite liberar el potencial comercial de este equipo de trabajo que -aún siendo independiente- son piezas claves para escalar el crecimiento de la empresa.
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