La consigna central de Daniel Rey, secretario de Desarrollo Urbano, y Andrea Tumosa, directora de Planeamiento Urbano, es clara: densificar la ciudad, poniendo un “corset” a la actual mancha urbana para detener su crecimiento expansivo, visibilizando la cantidad de tierras disponibles que -según sus cálculos- son suficientes para los próximos 90 años.
Según la investigación llevada a cabo existe una vacancia urbanizada de 3.844 hectáreas y una urbanización diferida de otras 2.802, lo cual conformaría un total de 6.646 hectáreas de tierras vacantes, donde podrían asentarse 398.753 personas. Con la densidad actual promedio de 60 habitantes por hectárea en la ciudad, hay terrenos disponibles para absorber el crecimiento poblacional por los próximos 90 años, explican.
Entre el año 2001 y el 2010 la población en la ciudad de Córdoba se incrementó solo un 3,5%, lo que se traduce en 45.500 cordobeses más en ese periodo (4.550 por año), y unas 1.400 nuevas familias o nuevos hogares.
Tumosa indicó que la relación de crecimiento de la población respecto al crecimiento territorial, el promedio metropolitano, es de 76.62% y 1.326 m2 por cada hogar que crece en la ciudad -cálculo estimativo si al suelo urbano se le suman alturas por zonas, parcelas de renovación-.
Daniel Rey es claro: el problema es el valor de la tierra (y no su falta) y la falta de población (Córdoba crece lentamente).
De esta manera, la gestión Llaryora zanjó una histórica discusión con los desarrollistas que siempre pujan por extender las zonas para urbanizar dentro de la ciudad, porque no encuentran terrenos de dimensiones o precios según sus proyectos.
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