En el mejor de los casos los autos made in Argentina tienen un 50% de componentes importados -hay terminales como Renault donde es el 70% - y para acceder a ellos los proveedores de las casas matrices le otorgan a las terminales locales cuentas corrientes.
Pero tanto desde afuera como desde adentro ven venir una devaluación y por más que una empresa tenga un gran plazo fijo en bancos nacionales esas cuentas corrientes están cerradas.
Tal es el caso de una terminal que tiene un plazo fijo de $ 1.000 millones que no puede convertir a dólares para pagar deudas en el exterior.
¿Conclusión? Las terminales evitarán seguir vendiendo bienes que comprometan hoy una entrega futura de un bien cuyo precio es incierto.
La misma situación sufren empresas de otros rubros que necesitan importar insumos esenciales.
La duda es saber cuánto más podrá estirar esta situación el Gobierno sin soltarle dólares a los exportadores e importadores.
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