Emilio Feijoó es coach ontológico, está especializado en conducción y liderazgo, diplomado en temática comercial, organizacional y problemáticas de empresas familiares y pymes en general. Hace 22 años que vive en Córdoba y grandes firmas locales han acudido a él en busca de sus servicios. Tarjeta Naranja, Nico Calzados, Fiorani, Magia, Ferretera General Paz y Banco Galicia, son algunas de ellas.
Su experiencia lo lleva a concluir que hay dos tipos de crisis: la real (que afecta a todos los sectores, excepto el financiero) y la otra que viene dada por el clima (emocional) que es mucho más potente que la real. “Los medios y el entorno, de una manera objetiva o subjetiva, consciente o inconsciente te hacen entrar en duda sobre lo que hacés, caés en temores y ahí empieza tu crisis; no hay que dejar que lo emocional supere a la realidad”, sostiene.
Esa misma crisis se puede analizar desde dos perspectivas. Por un lado, desde el consumo (su efecto recesivo) y por otro desde las debilidades de la gente. “Muchos creen que están salvados y de pronto aparece una dificultad que pone en evidencia las flaquezas, ya sea a nivel capacidad, a nivel de adaptación, u otras; creo que arranca primero en lo emocional y después termina impactando en el bolsillo”, interpreta Feijoó.
Las crisis traen oportunidades. ¿Cuáles son los tips para no desaprovecharlas?
1- La mentalidad: Es necesario estar muy bien plantado sobre las convicciones de lo que se tiene, de lo que se quiere y de lo que se está dispuesto a cambiar de forma concreta sobre los negocios.
2- La resiliencia: Las oportunidades normalmente están vinculadas a cambios. Por eso la herramienta más poderosa cuando aparecen situaciones adversas es la capacidad de adecuación. Para eso es aconsejable compartir charlas con gente que ve las cosas desde otro lado, que ve el momento como una oportunidad, en vez de creer que no hay salida. “Primero debo ser permeable a los cambios, segundo tengo que tener la capacidad para poder aplicarlos y después tengo que tener la constancia (independientemente de que la crisis pase) para mantenerlos para que en un futuro ante otra situación similar no me vuelva a agarrar sin balas”, explica el asesor.
3- Los recursos: Es preciso cuidar los recursos que hoy se tienen (ya sean humanos o tecnológicos) y si no se tienen tratar de rodearse de ellos. Es fundamental contar con al menos un colaborador que acompañe el proceso para poder tener la mente fresca y enfocarse así en lo importante y no en la diaria.
4- Los tiempos: No dejarse estar, esto es, no esperar a que pase algo (con el dólar, con las elecciones, etc.) sino empezar a generar pequeños cambios de hábitos, de mentalidad y de comportamiento, porque de lo contrario, la situación va empeorando. “Hay mucha gente que especula y piensa que tiene un resto y que puede aguantar con eso; utiliza el tiempo para todo lo contrario a lo que hay que hacer. El tiempo es una herramienta que si vos la jugás a tu favor, podés sacar ventaja”, manifiesta Feijoó.
5- La profesionalización: Así como la empresa tiene un contador o un abogado, es preciso rodearse de profesionales que acompañen para atravesar la crisis. “Generalmente no se invierte en profesionalización porque en el fondo se le teme al cambio. Y hasta el mejor empresario, el más capaz, el más exitoso necesita una visión externa, para tener una mirada más objetiva”, sostiene el coach. En el caso particular de nuestra provincia, él cree que el cordobés es culto y ávido, sumado a que vive en una zona próspera. Sin embargo, intentar que invierta en profesionalizarse es, en la mayoría de los casos, muy difícil.
En síntesis, cuando se tienen en cuenta los tips anteriores, el resultado final del proceso es la rentabilidad. Y ahí sí, se pueden sumar (según el rubro) acciones para generar valor agregado. “Son situaciones que tienen que ver más con el servicio, con ese plus que muchas empresas no están acostumbradas a dar”, dice Feijoó, quien para explicar el concepto invita a hacer un ejercicio mental: “Traten de recordar cuándo fue la última vez que en un negocio o empresa (del rubro que sea) se sintieron agasajados, respetados, valorados y por el contrario cuándo fue la última que vez sintieron que estaban haciendo un favor o un trámite; ahí radica el valor agregado. Creo que debemos recuperar los valores que tenemos súper escondidos como la educación, el agradecimiento, el por favor y el gracias y el sentido de servicio”, finaliza.