Está firmado en el acuerdo con el FMI, pero además -como decía Goethe-, tiene la potencia de la idea a la que le ha llegado su tiempo: con un sistema previsional que se lleva el 45% del gasto, reformar las jubilaciones de jueces y diplomáticos y elevar la edad jubilatoria serán indispensables para cualquier gobierno (claro, siempre sería mejor que lo hiciera “el otro”).
Como recuerda Idesa: “Actualmente existe un esquema optativo aprobado durante la gestión de Macri en 2017. A través de esta ley, se estableció la posibilidad de seguir trabajando hasta los 70 años, sin que el empleador pueda intimar al trabajador a jubilarse (como sucedía hasta esa fecha).
Pasada la edad jubilatoria (60 mujeres y 65 hombres), el empleador no abona contribución patronal pero el trabajador sí aporta.
¿En qué me beneficio si sigo trabajando?
Menos aportes requeridos: por cada 2 años que trabaje puedo compensar 1 año de aportes mínimos (se requieren 30). Entonces, si un hombre se jubila a los 70, en lugar de 30 años de aportes le pedirían 27,5. Y a una mujer, 25.
Mayor haber jubilatorio: actualmente el haber se compone de dos montos. Uno fijo (prestación básica) $ 14.927. Y un monto variable, 1,5% del sueldo promedio de los últimos 10 años, por cada año de aporte. El monto fijo, por cada año que exceda los 30 de aportes (hasta 45 años), se aumenta un 1%. Mientras que el monto variable, va a aumentar 1,5% por cada año aportado hasta llegar a los 35 años.
En la actualidad 577.000 trabajadores se encuentran aportando luego de cumplir la edad jubilatoria.
En paralelo, urge igualar la edad jubilatoria de los regímenes especiales y el régimen general e igualar las edades entre géneros (V, M y “X”, claro).
Finalmente, concluye Idesa, “colocar una fórmula de adecuación de la edad al aumento en la esperanza de vida. En los países desarrollados, es usual seguir una fórmula que va aumentando paulatinamente la edad jubilatoria año a año con el aumento de la longevidad de la población”.