Los queridos y centenarios salones del automóvil se encuentran en crisis terminal en todo el mundo. Pensados como un lugar donde la gente podía conocer todas las novedades de la industria agrupadas, hoy el formato se encuentra obsoleto como tantas otras ferias, debido a la penetración de internet y las redes sociales.
Ya no hay necesidad de viajar a París o Ginebra para conocer las últimas novedades. Además, los llamados motor shows siempre fueron caros para las automotrices, ya que necesitan puestas en escena que cuestan varios millones de dólares. Por último, los eventos mal llamados tecnológicos -que sí tienen más sentido- llamaron la atención de algunos fabricantes, que buscan mimetizarse en compañías de movilidad.
En esta parte del mundo había dos salones importantes, el de Buenos Aires (que se canceló el año pasado por la crisis y que ya no volverá) y el de San Pablo, que alternaban entre años pares e impares. El brasileño tiene fecha confirmada para fines de 2020, pero le están faltando jugadores.
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