A pesar que a un ritmo más lento que lo que el globo terráqueo necesita, la industria automotriz está cambiando, haciéndose más ecológica. Hasta Estados Unidos, paradigma del derroche de combustible, ha modificado sus preferencias, y mira con cierto cariño motorizaciones 4 cilindros y diesel, algo impensado hace algunos años.
Motores de baja cilindrada y gran potencia específica (potencia versus cilindrada), tecnología híbrida, Stop&Start, cubiertas de bajo rozamiento, aerodinamias muy trabajadas, masificación del uso del turbocompresor, biocombustibles, etc., son todos caminos tendientes a cuidar un poco nuestro maltrecho planeta.
Pero el camino que parece haber tomado Chrysler, francamente, sorprende.
En conjunto con el Departamento de Energía de Estados Unidos, está trabajando sobre un motor que funciona con ambos combustibles, algo verdaderamente novedoso.
Sabiendo que ambos tienen propiedades diferentes, con relaciones de compresión muy distintas, uno puede imaginar lo complejo del desarrollo.
A partir del motor 2.4 de la Town & Country (versión lujosa de la Dodge Caravan que conocemos), Chrysler está trabajando en una adaptación para el uso indistinto de nafta y diesel.
Desde ya, el motor en cuestión tiene dos inyectores, uno para cada combustible, con distintas presiones, dos tanques de combustible, obviamente, y la estadounidense declara un consumo final 25% menor a un motor equivalente naftero.
Cuesta darle gran crédito al proyecto, teniendo en cuenta los avances en la tecnología híbrida, consiguiendo también bajos consumos, pero habrá que esperar a 2013 para evaluar resultados.
Una nueva: se viene el motor naftero-gasolero (dos en uno)
Aunque estamos acostumbrados a que nada puede sorprendernos, la idea de un motor que funciona a nafta y diesel genera cierto escepticismo. ¿De qué se trata?
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