El debate sobre el capitalismo clásico es hoy. El sistema no resuelve la pobreza y “se come” el Planeta y las críticas aparecen tanto desde ámbitos académicos –el libro del economista francés Thomas Piketty, que advierte que sin cambios el siglo XXI puede ser más desigual que el XIX- como desde la práctica misma, con emprendimientos que nacen pensando no sólo en ganar dinero, como son las B-Corps.
Precisamente estas últimas proponen una ética empresarial colaboracionista y que las compañías compitan no por ser las mejores del mundo, sino por ser las mejores para el mundo. Poner el foco en generar beneficios sociales y ambientales.
En ese ámbito se enmarca el anuncio de Musk, quien permitirá el acceso a sus patentes para impulsar a otras automotrices que fabriquen motores “verdes”.
La condición que puso es que renuncien a juicios por propiedad intelectual.
¿Qué gana Tesla?
La decisión abre la puerta a una mayor colaboración con Tesla, que ya produce sistemas eléctricos para Daimler y Toyota. Otros fabricantes que usen la tecnología de Tesla podrían compartir el costo de las estaciones de recarga de ésta, por ejemplo. Más estaciones de recarga podrían atraer a los compradores escépticos a que prueben los autos impulsados con electricidad.
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