"No está en nuestra filosofía". La respuesta, escueta, no es contundente pero grafica la concepción que tienen la Casa Rosada y el Palacio de Hacienda: por ahora, el Gobierno no tiene pensado pedirle más dinero al Fondo Monetario Internacional (FMI), dadas las condicionalidades que el organismo impone habitualmente a sus deudores.
Así lo confirmó un alto funcionario del equipo económico a El Cronista, quien aseguró: "Calentaremos motores para negociar con el FMI un nuevo programa a partir de agosto y el diálogo se acelerará en septiembre".
La intención oficial es postergar por tres años el abultado cronograma de vencimientos de u$s 44.000 millones de capital (que, junto con los intereses, se eleva a más de u$s 50.000 millones), que en su perfil actual se deberían repagar entre 2021 y 2023.
Existen dos tipos de programa al que podría acceder la Argentina: un Stand By Agreement (SBA, Acuerdo de Derechos de Giro) o un Extended Fund Facility (EFF, facilidades extendidas).
Este diario consultó en el Ministerio de Economía si hay una preferencia en especial. "Lo importante es negociar bien las hostilidades", contestó una fuente.
Con un nuevo programa stand by, como el que ya tuvo la Argentina entre junio de 2018 y septiembre de 2019, se lograría despejar el horizonte de los servicios de deuda externa durante todo este mandato del presidente, Alberto Fernández, y se patearía la pelota para el período 2024-2026.
La duración máxima de un SBA es de 5 años, de acuerdo a lo que consta en las fichas técnicas de la institución.
La otra modalidad que prevé el organismo multilateral para un programa es uno de facilidades extendidas, que ampliaría entre 4 y 10 años el plazo para la devolución, a cambio de compromisos estructurales más severos: ajuste fiscal y reformas en el plano laboral y previsional (jubilatoria).
Todos estas medidas no están en la agenda de este Gobierno, por considerar que inducen más a una profundización de la recesión que a retomar el camino del crecimiento económico.
En cualquier caso, el equipo económico procura remarcar que los lineamientos del programa serán definidos por la Argentina y no por el Fondo.
Consideran que conocen más que los burócratas del organismo qué estímulos fiscales y monetarios podrían ser tolerables política, social y económicamente en el plano local y qué medidas conducirán en el sentido contrario.
Las conversaciones iniciales las entablarán el ministro de Economía, Martín Guzmán, y el director por el Cono Sur ante el FMI, Sergio Chodos, con el staff técnico del Fondo, conformado por la estadounidense Julie Kozak, directora adjunta del departamento para el Hemisferio Occidental, y el venezolano Luis Cubeddu, jefe de la misión del FMI en Argentina.
A ellos se les enviará una carta formal en los próximos días con el pedido para firmar un nuevo programa.
Estos técnicos fueron los que, con sendos informes durante este 2020, primero determinaron en febrero que la estructura actual de la deuda era insostenible; y luego, en junio, avalaron una propuesta no oficial de reestructuración con los acreedores externos y fijaron el límite a la sostenibilidad en u$s 50 de Valor Presente Neto (NPV) por cada u$s 100 de valor nominal.
Ese techo después fue perforado hasta alcanzar una propuesta todavía no registrada por u$s 54,8, calculados a una tasa de salida de los nuevos bonos (exit yield) del 10%.
Kozak y Cubeddu reemplazaron al mexicano Alejandro Werner y al italiano Roberto Cardarelli, respectivamente, al tiempo que la búlgara Kristalina Georgieva, directora Gerente, sustituyó a la francesa Christine Lagarde, actual presidenta del Banco Central Europeo (BCE).
Lagarde, Werner y Cardarelli fueron las caras del fracaso del anterior programa, que no logró su misión de encauzar la economía argentina, bajar la inflación y proveer una plataforma para que Mauricio Macri consiguiera su reelección como presidente.
El objetivo de Fernández y Guzmán será cerrar un acuerdo con el FMI antes de mayo de 2021, cuando se deberían abonar unos u$s 2100 millones al Club de París, pago que viene siendo postergado desde mediados 2019.
El programa stand by firmado en 2018, que preveía desembolsos por hasta u$s 57.100 millones, ya fue cancelado, confirmó el lunes en conferencia de prensa el ministro de Economía, Martín Guzmán.
Hasta ahora aliado para que los acreedores privados aceptaran una fuerte quita, el FMI estará en los próximos meses del otro lado del mostrador y será el nuevo malo de la película.
Requerirá, como es clásico, la presentación de un programa macroeconómico consistente en el que la Argentina demuestre cómo devolverá el préstamo más grande de la historia del FMI.
Entrevistado por El Destape Radio, Chodos sostuvo que "el FMI no giró 180 grados; no es un organismo de desarrollo ni de ayuda al crecimiento, sino que financia procesos de ajuste o de crisis de balanza de pagos o de endeudamiento. Esa es su naturaleza".
Georgieva se comunicó este martes con el jefe de Estado para felicitarlo por el acuerdo con los bonistas y quedarán en contacto para el tramo más duro de la negociación, que será seguida de cerca por los principales accionistas del Fondo: Estados Unidos (el único con poder de veto), Japón, China, Alemania, Francia y el Reino Unido de la Gran Bretaña.
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