Apenas doce días transcurrieron desde que el Mercosur y la Unión Europea (UE) anunciaron la conclusión de las negociaciones técnicas tendientes a sellar una asociación estratégica con concesiones mutuas para el comercio, y desde la capital política del viejo continente abundan los esfuerzos para llevar tranquilidad a sus productores de alimentos, inquietos por los efectos que el levantamiento de barreras pueda traerles.
Con equipos técnicos y burócratas de sobra, la Comisión Europea -el órgano ejecutivo del bloque de 28 países- apuró la salida de un documento con respuestas a las preguntas frecuentes de los agentes económicos, que llegó a El Cronista.
En ese documento de 18 páginas, Bruselas busca llevar calma al campo europeo y avisa al Mercosur que solo permitirá el ingreso de alimentos que respeten sus "altos estándares", o de lo contrario ejecutará medidas discrecionales para frenar el comercio birregional.
El mismo día en que el acuerdo fue anunciado, las cooperativas agrícolas europeas, nucleadas en Copa-Cogeca, advirtieron que la saliente Comisión Europea estaba "abriendo la caja de Pandora para el doble estándar" productivo, alegando que la ventaja competitiva del sector rural en la Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay proviene de controles sanitarios laxos, legislaciones laborales relajadas o del uso abusivo de agroquímicos.
En respuesta, la Dirección de Comercio -que negoció el acuerdo- advirtió el martes que el acuerdo incluye un "principio de precaución" que avala a la UE a cerrar sus fronteras a la producción sudamericana en aras de resguardar la salud alimentaria, animal, vegetal o de sus ciudadanos, incluso cuando la evidencia científica no es concluyente.
El acuerdo incluye el compromiso de las partes de producir bajo reglas de juego claras y la eliminación de potenciales subvenciones estatales que favorezcan el dumping. En el caso del Mercosur, son muchos los analistas y funcionarios que admiten que deberán producirse cambios regulatorios para emparejar el terreno.
Según esta declaración oficial, la UE mantendrá su "estricto enfoque sobre la protección de la salud" en lo que respecta a alimentos, incluyendo las "prohibiciones de organismos genéticamente modificados"; y mantendrá su derecho de "establecer niveles máximos de residuos para pesticidas, medicación veterinaria remanente o contaminantes" en productos a ser ingeridos por humanos.
Bruselas también subrayó que el capítulo dedicado al Desarrollo Sustentable permite "ejecutar" el "principio de precaución" para frenar importaciones a través de un mecanismo de resolución de controversias que incluye revisiones externas, participación de sindicatos, ONG y organismos internacionales (como la OIT) para asegurar que no se menoscaban regulaciones ambientales, derechos laborales ni hay personas bajo esquemas de trabajo infantil o trabajo forzado.
Aunque la letra chica del acuerdo permanece bajo llave, la UE también le adelantó a sus sectores productivos que la Argentina y el resto de los países del Mercosur "se comprometieron a hacer más fácil el hacer negocios", bajo el compromiso de "hacer más predecibles y transparentes los procedimientos, regulaciones e ingresos a mercados".
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