Aún con sobresaltos, acompañan más de lo que afectan los mercados internacionales, sobre todo Estados Unidos con bolsas en alza, tasas e inflación en baja; está más cerca la tan ansiada cosecha argentina con unos u$s 5000 millones potenciales extra este año, y parecería que el Fondo autorizará con más o menos restricciones algo de respaldo para evitar que el dólar se dispare, sin que se atrase demasiado.
Si miramos los números de los últimos 10 días, finalmente el dólar mayorista parece estabilizarse en torno de $ 41,5 contra 39 o 39,50 que cotizaba a principio de año. La inflación en el primer trimestre apunta a 10%, contra un dólar que se apreció bastante menos si llegara a fin de mes a los valores actuales. Mucho ruido y pocas nueces diría el refrán, aunque el problema son los saltos bruscos del tipo de cambio, y la regla acordada con el Fondo donde el Banco Central no puede operar en el mercado spot con dólares de las reservas, con lo cual ocurrió que con una orden menor a 10 millones a fin del día, salte la cotización más de 3%. Ese nerviosismo innecesario que llega a la tapa de los diarios se paga con tasa de interés. Por un dólar que apenas subió menos de 7% en 3 meses contra una inflación que va para 10%, el Gobierno tuvo que espiralizar la tasa de la Leliq a más de 60%.
En las mesas de dinero, los hombres de experiencia creen que el Banco Central (BCRA)debe renegociar estos términos con el FMI, sobre todo a medida que se acerque la definición electoral. "No puede ser que el Central no pueda intervenir. Se lo llevan puesto al dólar con una bolsita de caramelos", se quejan en los bancos.
Está claro que en el mercado entienden que hoy es preferible una tasa de 60 puntos que un dólar de $ 60. Si el billete se fuera a esos niveles, se dispararía nuevamente la inflación, habría mayor parálisis económica y las chances de una reelección para Mauricio Macri se alejarían. Lo tiene bien claro el Presidente y por eso se aferra al programa con el FMI y acepta que las tasas sean tan altas como sea necesario para tener anestesiado, no congelado, al tipo de cambio.
El punto es hasta dónde el vuelo de las tasas también pone el peligro la estabilidad del sistema, además de afectar el nivel de actividad y la reactivación. El stock de Leliq crece a razón de $ 10.000 millones por semana y en tres meses de este año los intereses pagados por el Banco Central llegan casi a 70% de lo pagado durante todo el año pasado. La bola de nieve de los intereses se triplica. En 3 meses de este año se sumó tanto dinero como en 10 meses del año pasado. Todo en pesos, nada que vaya a estallar en el corto plazo. Las Leliq están en poder de los bancos, los depósitos son del público. Algo se dolarizan, seguramente más en el año electoral, pero también el Estado es gran tenedor de bonos y depósitos que nunca corren al dólar.
También el mercado le reclama al Gobierno que explicite un poco más cuántos dólares podrá vender este año para cubrir déficit en pesos. El ministro Nicolás Dujovne dice que le sobran divisas, porque recibe más desembolsos del FMI que las necesidades de pagos. Antes de reunirse ayer con la cúpula del organismo en Washington reiteró si n dar detalles, que será un esquema muy estable y preanunciado. Cuanto más estable se lo perciba al dólar, más fluida debería ser la liquidación de divisas por parte de los productores a partir de mediados de abril. También la súper tasa y la sequía de pesos en el mercado obligarán a los productores que tienen deudas o cuentas a pagar a soltar los dólares al precio que valgan.
Contra la relativa tranquilidad internacional que frenó la suba del riesgo país y estabilizó a los mercados en las últimas horas, aparecen las malas noticias. Pesimismo extremo en los operadores económicos por el consumo y la actividad que no despegan, inflación mayor a lo previsto, tarifas que aún falta seguir ajustando al menos hasta mediados de año y con Mauricio Macri en problemas, el riesgo político que representa para buena parte del mundo económico un crecimiento de las chances electorales de Cristina este año.
A propósito de la ex presidenta, la derrota de su candidato que parecía más inflado en Neuquén desató interesantes contrapuntos entre los analistas políticos que asesoran empresas. La primera y lógica reacción fue de alivio. Sin embargo, el periodista Alberto Valdez comentaba en mesas empresarias que no había que festejar tanto la derrota de Cristina en Neuquén, no sea cosa que performances provinciales futuras de este tipo la hagan repensar si le conviene o no presentarse. Hay algo en lo que coinciden todos los analistas: Si Cristina no juega, Macri estaría en problemas. Al revés de este razonamiento, aparece también el dato de que Cristina, como mínimo, tiene 30 puntos en Neuquén (algo más que Rioseco), nada mal en una provincia en la que los Kirchner nunca figuraban demasiado por la vigencia histórica del MPN. Entre los que se ilusionan con la opción Lavagna, el triunfo del gobernador Gutiérrez se soñaba como propio, dado que para ellos en Neuquén perdió la grieta, perdieron Cristina y también Macri.
La realidad nacional es claramente más compleja que Neuquén. Sobre todo el golpe devaluatorio, tarifario e inflacionario para todos los niveles de la clase media donde no se observa capacidad de aumentar el consumo, más bien lo contrario. Las restricciones fiscales impiden al Gobierno aliviar a las empresas con los impuestos. La AFIP acaba de amenazar a las compañías que no acepten pagar impuestos a las ganancias ficticias y presenten como manda la ley y ampara la Corte balances ajustados a la realidad de la inflación con que les mandará ejércitos de inspectores a revisarles sus cuentas. El Gobierno argumenta que la ley impositiva no permite ajustar los balances y que existe un mecanismo de revalúo para moderar el impacto. El tema es crucial, porque si las principales empresas del país se resisten a pagar la confiscación que exige el Gobierno, la recaudación puede verse seriamente afectada en mayo y junio, complicando en serio el acuerdo con el FMI. Qué harán las compañías y sus directores, frente a sus accionistas que los pueden acusar de mal desempeño si no defienden el valor de la empresa, YPF entre ellas?
Tampoco tiene mucha artillería fiscal el Gobierno para poner plata en la calle para las elecciones. El Banco Nación, según palabras de su presidente, está prácticamente atado de pies y manos. Nunca pudo asistir al Gobierno como avalista de los fallidos proyectos de PPP. El Estado, además, lo obliga a financiar el déficit y le llevó las supuestas utilidades, más de 40.000 millones en 2017 y 2018. Y finalmente la rigidez monetaria obligada con el Fondo para secar la plaza de pesos colocó a la entidad en una crisis de liquidez sin posibilidad ni siquiera de refinanciar a tasas razonables las deudas a los productores en todo el país.
Nada que cambie los planes del Presidente. Consciente de que no puede moverse mucho del acuerdo con el Fondo, ayer le prometió al campo otra vez eliminar las retenciones. Eliminarlas, claro, si lo vuelven a votar y es reelecto. De paso, ante sus todavía más fieles seguidores, ratificó que el candidato es él. No hay plan V, con María Eugenia Vidal. Al menos por ahora.
El presidente lo habló con sus íntimos. Cree que hay una conspiración en su contra, del eterno círculo rojo, con empresarios economistas y periodistas que quieren correrlo y suponen que sería más fácil el 2020 en adelante sin él. Otros están más desesperados. Ante el pesimismo y el parate económico que no cede, con el dólar siempre amenazando, ya no están seguros que Macri sea lo que él promete: la solución para que no vuelva Cristina.
Tu opinión enriquece este artículo: