Winery no logra, por el momento, salir a flote. La cadena de vinotecas, controlada por los hermanos Chmea, acumula más de $ 300 millones de deuda con proveedores, en su mayoría bodegas, y con bancos.
Desde hace unos meses, Jaime Chmea tomó las riendas de la empresa (en la que también participa su hermana Amelia y que antes dirigía su hermano Moisés) e intentó acordar con sus acreedores en forma privada, sin llegar a la Justicia, pero no le quedó otra salida.
El lunes presentó en el Juzgado Nº20, Secretaría Nº40, el pedido de apertura a concurso preventivo de acreedores, para buscar una salida. Se estima debe a las bodegas unos $ 250 millones, cerca del 70% de su deuda total, que supera los $ 300 millones, según admitió la propia empresa. El resto los adeuda a entidades bancarias.
"El nuevo management de Winery finalizó una auditoría que confirmó el desfasaje económico financiero que atraviesa la empresa. En ese contexto diseñó una estrategia para continuar con las operaciones de sus 22 sucursales y mantener las fuentes de trabajo", de 130 personas, según informó en un comunicado. En enero, despidió a 45 personas y cerró dos locales.
"El plan de contingencia exigió la presentación del concurso preventivo de acreedores, paréntesis procesal que permitirá ordenar los pagos en el más breve lapso posible y a la vez evaluar ofertas presentadas por inversores interesados en sumarse al futuro de la compañía", agregó el comunicado.
Según fuentes cercanas a Winery, "algunas bodegas importantes, de confianza, le aconsejaron presentarse a concurso para saldar su deuda. Ellos querían postergar este paso, para encaminarlo de modo privado, pero no pudieron. Al mismo tiempo, recibieron ofertas de interesados en ingresar a Winery como socios, comprando una participación, pero para hacerlo exigían que entrara a concurso, para así conocer los números de la cadena, cuánto debe, plazos de pagos, algo imprescindible para un inversor".
Según denunciaron los propios empleados a fines de enero, la empresa contaba con 264 cheques rechazados por $ 82,68 millones de dos entidades bancarias. En ese mismo momento, los empleados denunciaron despidos y salarios adeudados.
Según la empresa, todos los empleados existentes están cobrando su sueldo en tiempo y forma, aunque admite que en enero despidieron 45 personas porque "no había otra salida". Además cerraron dos sucursales, en Avenida Santa Fe y Agüero y en Avenida Figueroa Alcorta y Tagle, esta última al terminarse el contrato de alquiler.
Hasta hace poco, la empresa pertenecía a los hermanos Moisés, Jaime y Amelia Chmea. Según fuentes de Winery, Jaime retomó las riendas de la cadena en septiembre pasado, en la que no había tenido tanta injerencia, al haberse dedicado a otras actividades. Según la misma fuente, compró las acciones a su hermano Moisés y se quedó con el control; pasó a tener el 66%, desde el 33%, en una búsqueda por recuperar la empresa, afectada por el desmanejo financiero, en un contexto de caída en el consumo de vino.
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