La historia del Fiesta, antes llamado Fiesta KD, es más o menos conocida. Llegó en 2010 y revolucionó el segmento B: su diseño vanguardista se combinaba con una seguridad nunca vista por acá, con 7 airbags y control de estabilidad. Como si fuese poco, el interior tenía excelente calidad y hasta goma blanda en el tablero, otro feature desconocido en productos de marcas generalistas.
Todo esto no fue casual. Obedecía a una estrategia llamada One Ford que postulaba que el catálogo de la marca del óvalo debía ser similar en todos los mercados en los que tenía presencia. Ese Fiesta KD llegaba de México y era el mismo que podía comprar un ciudadano de Detroit.
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