Maceió (Brasil)
(Especial El Galeón) Distinguida por sus paradisíacas playas y piscinas naturales, que se forman gracias a una extensa pared de corales, la ciudad de Maceió es un lugar de ensueño ubicado en el litoral de Brasil. Un destino imposible de olvidar.
Fotografías: gentileza Embajada de Brasil en Buenos Aires/ Ana Schlimovich.
Temprano, a las ocho de la mañana, Osman, un moreno con una remera atada en su cabeza, nos da el último aviso desde la borda de una pequeña pero moderna embarcación a motor, para que aligeremos el paso y zarpemos mar adentro. El apuro responde, principalmente, a que la marea subirá en sólo tres horas y aquellas piscinas naturales de Paripueira, donde se albergan unos de los santuarios ecológicos más importantes de la zona, desaparecerán -literalmente- en un par horas.
Lentamente y a tan sólo 20 minutos de habernos alejado de la costa a bordo del bote, la panorámica del extenso mar turquesa, contrario a lo que esperábamos, empieza a poblarse con decenas de embarcaciones similares a la nuestra. Todas encalladas una al lado de la otra, como si se tratase de un muelle, pero en medio del mar. Es que, tal como lo graficaba aquel folleto promocional que hojeamos durante el vuelo, nuestra embarcación estaba ingresando a uno de los máximos atractivos naturales del estado de Alagoas. Nos encontramos con una cadena de espejos de aguas calmas y cristalinas formadas gracias a una extensa pared de corales, que funciona como freno de las olas y permite que, pese a estar situados a dos kilómetros mar adentro, se pueda explorar las piscinas con el agua hasta la cintura.
Llegar al paraíso
Pero el viaje no comenzó en medio del mar, sino en Maceió, la joven capital del estado de Alagoas, ubicada a 600 kilómetros de Salvador (Bahía) y a poco más de 200 kilómetros al sur de Recife (Pernambuco). Un lugar que, según nos comentó nuestro guía, empezó a ser explotado turísticamente a principios de la década del ‘90 y hoy, con sus 27 lagunas o piscinas naturales, representa uno de los sitios más tranquilos del litoral brasileño para vacacionar. Maceió, en lengua tupí-guaraní significa “lo que cubren las aguas”, es una ciudad portuaria que vive de la pesca, el coco, la caña de azúcar y, últimamente, del turismo.
Una vez en su aeropuerto internacional Zumbi dos Palmares, la exuberante presencia de cocoteros y un inmenso cartel que decía “Bienvenido al paraíso” nos dieron un indicio de la mística del lugar y de todo lo que nos deparaba por ver. Sin ganas de perder ni un minuto más, dedicamos nuestra primera tarde a caminar la ciudad por sus amplias costaneras y a desandar las mismas por sus playas, con la finalidad de empezar a familiarizarnos con su arena color ocre y de textura similar a la harina.
Una postal viviente
Al día siguiente, con el sol ya ubicado sobre nosotros, pese a que el reloj marcaba apenas las seis de la mañana, partimos de Maceió rumbo a un pequeño poblado llamado Barra de São Miguel, ubicado a 32 kilómetros al sur. Sus habitantes viven de la pesca y la caña de azúcar y habitan en precarias casonas, de manera que más que representar un sitio turístico es un lugar de paso para zarpar de su antiguo muelle a uno de los máximos atractivos de la zona: Playa Gunga. Una paradisíaca península a unos 30 minutos de viaje por las aguas verdes del estuario del Roteiro, una inmensa laguna que se forma por una extensa pared de corales a 300 metros adentro del mar. Diferentes tipos de embarcaciones son las que ofrecen a los visitantes desde muy temprano poder cruzar hacia Gunga. En nuestro caso, un amplio catamarán nos condujo hacia una de las 10 mejores playas de Brasil, según los nativos de la zona. La magnitud de la vista panorámica de la costa que se iba adquiriendo a medida que la embarcación se aproximaba a Gunga, era insuperable. Después de zambullirnos en sus aguas cálidas y cristalinas, caminar por su extensa y desolada playa sólo habitada por coqueiras, donde el ruido de los rompientes de las olas es lo único que se escucha, tomamos magnitud de que acabábamos de formar parte de una postal viviente.
Entre acantilados y selva
Decididos a continuar conociendo otros sitios, aunque cueste borrar temporalmente de la retina lo que nos dejó Gunga, al día siguiente partimos nuevamente de Maceió pero con rumbo al norte. La zona donde, sin dudas, se percibe el mayor movimiento de turistas y nativos, dado al aglutinamiento y variedad de playas.
Destinos como Playa de Jatiúca, Ponta Verde y Pajuçara, acompañada cada una de una rambla -orla en portugués- que cada 30 metros invita a realizar una parada para tomar una cerveza o un coco recién cortado, resultan algunas de las costas cercanas a la ciudad en las que ya se pueden gozar los 28 grados de temperatura de sus aguas templadas y de sus agitadas olas que bañan sus costas. Otras, ubicadas más al norte, como Graça Torta, Pratagi o de Ipioca, son especiales, en cambio, para tomar baños calmos y relajantes.
Sin embargo, nuestro paseo de ese día no iba a concluir allí, sino mucho más al norte, en la Playa Carro Quebrado, ubicada en Barra de San Antonio, a unos 50 kilómetros de Maceió. A este exótico lugar, donde habitan muchas palmeras y algunos pocos pescadores, llegamos luego de zarpar de Isla de Croa en un catamarán, que cruzó un extenso río llamado San Antonio, donde se mezclan las aguas dulces y saladas. Luego de navegar por su brazo principal durante 30 minutos descendimos a tierra firme, nos aplicamos más protector de lo común y desenfundamos nuestras cámaras fotográficas, ya que nuestro próximo paseo nos encontraría apostados en el techo de un Jeep para realizar un safari de imágenes. Este magnífico lugar es la playa de la zona que más resguarda su esencia salvaje, donde prevalecen empinados acantilados de colores y tupidos bosques, por lo que los nativos aconsejan siempre recorrerla con un guía por riesgo a perderse.
La noche y el día de Jaraguá
Uno de los momentos para descansar de la playa era durante la noche. Para sorpresa de quienes por primera vez visitábamos el litoral brasileño, a las seis de la tarde ya estaba prácticamente todo oscuro y ello era sinónimo de que la vida nocturna empezaba. Uno de los lugares más concurridos cuando el sol se escondía era el barrio de Jaraguá, un antiguo y bohemio grupo de casonas viejas con innumerables atractivos, principalmente por sus bares y restaurantes que sólo abren de noche. En esta zona es posible degustar platos ideales para los fanáticos de los frutos del mar, como Camarão de Parma, acompañado por una helada caipiriña o caldo de sururú, un molusco que habita en las lagunas de la zona. En tanto, más entrada la noche, resulta muy recomendable ubicar un lugar en alguno de los bares donde todos los fines de semana tienen música en vivo.
No obstante, cuando los rayos del sol empiezan a surcar el horizonte, aproximadamente a las cinco de la mañana, el barrio de Jaraguá sigue cautivando a turistas, pero esta vez a los que optaron levantarse temprano para recorrer a pie sus calles de adoquines. Entre sus principales atractivos para observar de día se destacan: la Catedral Metropolitana de Maceió, conocida también como Catedral de Nossa Senhora dos Prazeres, patrona de la ciudad; la Iglesia de los Martirios, que representó en un tiempo la Iglesia de los Negros; la ex casa de Gobierno, construida en 1410 con estilo ecléctico; la antigua Intendencia, llamada Palacio del Águila, que actualmente funciona como el Museo Palacio Floriano, y, entre otros, el mirador de São Gonçalo, un sitio mágico donde se accede a una vista panorámica sin igual de toda la ciudad de Maceió y de sus playas céntricas, un altar lleno de mística, donde la historia dice que los deseos pedidos se conceden a la brevedad y desde donde renovamos nuestras ansias de volver pronto a esta encantadora ciudad.
HOJA DE VIAJERO
La mejor época para ir:
De diciembre a febrero, aunque todo el año hay una temperatura promedio de 28º.
Requisitos migratorios:
DNI, cédula federal o pasaporte actualizado.
Paseos:
Uno de los más representativos son los recorridos en barco a vela (saveiro) a la Playa Gunga por la laguna del Roteiro. Los barcos que zarpan del muelle de Barra de São Miguel ofrecen viajes intermitentes a un valor entre 15 reales y 25 reales por persona, ida y vuelta. Una vez en la isla, recorrer por una hora y media su intimidad abordo de buggys es otro de los atractivos. Su costo es de 25 reales por persona.
Maragogi y Galés son encantadoras playas de arena dorada, donde se hacen paseos en catamarán a “las galés”, piscinas naturales, y se puede bucear con o sin cilindro.
Compras:
Prevalecen mantas, caminos y hamacas de filé, bordados y croché. Piezas en cerámica y artesanías de paja de ouricuri (especie de palmera). Esta materia prima la transforman en finas carteras para mujeres, alfombras, portajoyas, etc.
Comidas:
Pescados y frutos de mar en todas sus variantes. Platos a base de camarón, calamar, almejas, surubí, siri (cangrejo de mar), entre otros. La cocina local tiene como estrella el sururú, su caldo es la forma en la que mejor se lo degusta y es afrodisíaco, según cuentan los nativos.
Alojamiento:
Hotel cuatro estrellas (single o base doble) desde 150 reales; hotel resort cinco estrella, a partir de 220 reales (single o base doble).
TIPS Y CURIOSIDADES
-Con un promedio de 28º durante todo el año es necesario usar un protector solar de factor elevado y mantenerse hidratado constantemente. El coco recién cortado y servido con sorbete es el aliado común en todas las playas. Su costo no supera los dos reales.
-Para aprovechar las piscinas naturales es necesario programar la visita durante la marea baja. Generalmente ésta se modifica cada tres horas. Este dato se puede consultar en www.mar.mil.br/dhn
-Se dice que en las playas de Paripueira se encuentra la segunda barra de arrecifes de coral más importante del mundo, después de la Coral Reef de Australia.
CONTACTOS
Códigos de área telefónicos:
Brasil +55. Maceió: 82.
Hospital de San Antonio:
Avenida Gal Hermes 117. Tel. (82) 3336-5077.
Policía:
Tels. (82) 3296-1385 y 3296-1190.
Secretaría de Turismo
Maceió: avenida Boa Vista 453, centro. Tel. (82) 3315-5700. E-mail: info@turismo.al.gov.br
Internet:
www.turismoalagoas.al.gov.br
Más datos:
Centro de Atención al Turista
Embajada del Brasil en Argentina
Cerrito 1350. Entrepiso. Buenos Aires.
Tel. (011) 4515-2400. Fax. (011) 4515-2403
E-mail: turismo@embrasil.org.ar
Internet: www.brasil.org.ar
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