Isela tiene un tono cálido y amable que nadie confunde con fragilidad. Le sobran líneas en su CV para demostrar que sabe lo que es llevar el liderazgo de una gran organización como hizo en GM en Argentina y Uruguay, además de sus puestos de relevancia en la compañía en Brasil.
Pero Aerolíneas Argentinas no es una empresa fácil. La sociedad la quiere y la odia alternativamente, según el costado que presente. Es orgullo y karma. Sintetiza -en una sola empresa- las contradicciones de una sociedad que quiere un estado protector, pero eficiente, socialmente solidario, pero austero y competitivo. Le pedimos a Aerolíneas Argentinas que vuele a todo el país, pero que no pierda plata, que le de descuento a los jubilados, pero que tenga tarifas más baratas que su competencia.
¿Hizo mucho e hizo bien Isela en sus 11 meses de gestión?
Lo que mostraba en cada entrevista la ahora ex número uno de AR era un plan para reducir el déficit galopante de la empresa en un plan a cuatro años. Parecía un plan racional para una empresa siempre en el foco de la noticia y con un conjunto de gremios poderosos dentro.
Es cierto que en las paritarias la gestión Costantini mostró “mano blanda” y cerró acuerdos que -en algún caso puntual- rondan un 50% de recomposición. Es verdad que el volúmen de la deuda de Aerolíneas Argentinas es preocupante en relación a su facturación y -sobre todo- porque la empresa sigue generando pérdidas y demandando asistencia del Tesoro.
Pero es muy raro que el ministro Dietrich, jefe de Isela, desconociera esto y no aprobara el plan de gestión, incluyendo el acuerdo anunciado este lunes para la compra de aviones Boeing 738 - 800 y Max.
El silencio del ministro (hasta ayer al cierre de esta edición no había hecho declaraciones) hace demasiado ruido, aún cuando se confunda con el ruido de Navidad, Año Nuevo, el juicio a Milagro Sala y la reforma del impuesto a las Ganancias.
Aerolíneas Argentinas es una empresa ícono y un test de la gestión de cualquier gobierno en el país. Isela Costantini era una excelente opción para la administración de Macri. El nuevo gestor, Mario Dell'Acqua, conocerá en carne propia la alta exposición que exige ese sillón. Y el gobierno de los CEOs deberá probar que la salida de su niña bonita ha sido sólo un daño colateral y no el inicio de una diáspora de final impredecible.
El gobierno de los CEOs pierde su niña bonita (¿fue demasiado Aerolíneas Argentinas para Isela?)
Había un run-run, pero ayer fue noticia. La salida de Isela Constantini de Aerolíneas Argentinas por “motivos personales” deja un gusto amargo entre quienes simpatizan con el “hacer las cosas bien”. Aranguren pasó su mal rato (y tendrá varios más por delante) y Lopetegui y Quintana también sortearon el “cascoteo” de la política. Dietrich, jefe directo de Isela, también queda incómodo, sindicado como el que “empujó” la salida de la niña bonita del equipo.
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