Llueve sopa, ¿por qué no cambiamos el tenedor por la cuchara?
Productor agropecuario, periodista y funcionario. No hay actividad vinculada al agro que Héctor Huergo no haya desempeñado. Fue presidente del Inta en la década pasada y conduce el suplemento rural de Clarín y un programa de TV. En la entrevista que le hicimos para la edición 5to. aniversario de InfoNegocios explica claramente dónde estamos y dónde podríamos ir:
- Después de China viene India que no comía carne -y está empezando a hacerlo- y que sí toma leche.
- Todos miran el día a día de la cosecha (mundial): caminamos en la cornisa en materia de producción de alimentos
- Hay un telón de fondo de precios altos para el mediano plazo, más allá de un dólar alto o bajo.
- Hoy la Argentina produce más biocombustibles que aceite para el consumo interno.
- Los granos seguirán desplazando a la gandería y lechería a otras zonas “periféricas”.
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“Hay una posibilidad fenomenal para la Argentina”
Productor agropecuario, periodista y funcionario. No hay actividad vinculada al agro que Héctor Huergo no haya desempeñado. Fue presidente del INTA en la década pasada y conduce el suplemento rural de Clarín. También hace en televisión el programa “La Argentina verde y competitiva”.
Piensa que la Argentina tiene todo para ser el gran player mundial en los agronegocios y propone medidas para que ese futuro promisorio logre concretarse.
- ¿Cómo observa las perspectivas del campo y de los agronegocios en general para la Argentina en los próximos años?
- Creo que hay evidencias muy fuertes de que estamos en una onda larga de altos precios agrícolas y de valorización de los insumos básicos para producir proteínas animales, porque estas proteínas están ante un crecimiento fenomenal de la demanda.
La producción de carne porcina en China ha pasado de 40 a 50 millones de toneladas en los últimos 5 años. Es un 20% de crecimiento demasiado fuerte. Los chinos representan 20% de la población mundial; está bien. Pero es sólo un país. Ahora viene la India, que no comía carne pero ya está empezando a comer. Y sí toman mucha leche, recordemos que la leche es granos, básicamente sorgo y soja.
- ¿En ese proceso está la clave principal de lo que viene?
- Creo que la transición de la dieta de los países que están mejorando su ingreso per cápita es lo que está moviendo hoy el precio de los alimentos. Todas las proteínas animales se hacen con granos y con la harina de soja. Por eso, los dos productos que más están creciendo en su oferta y demanda son la soja y el maíz a nivel mundial. La producción de maíz ha crecido de manera impresionante en los últimos años en el orden global.
- Pareciera que ninguna producción alcanza...
Miremos esto: Estados Unidos expandió su producción de maíz 80 millones de toneladas en la última campaña y, sin embargo, el stock se mantuvo e incluso bajo un poco y los precios siguieron firmes. Y ahora se habla de otra cosecha récord y si llega a pasar algo, los precios pueden retomar la tendencia alcista. Ahora están elevados, pero es un poco como que los árboles no llegaron hasta el cielo pero están ahí, expectantes.
Todo el mercado está mirando el día a día de la cosecha. Lo que pasa este año, también lo podemos proyectar para el próximo período. Todo lo que se está trabajando en biotecnología y en genética en general, está planteando más seguridad de cosecha y más capacidad de respuesta por milímetro de agua caída a los cultivos. Pero así y todo, habrá un evento climático que alterará la producción de algún gran país productor y eso significará una pérdida de millones de toneladas.
Hoy estamos caminando en la cornisa en materia de producción de alimentos.
- Los precios que alcanzaron los granos, en especial a mediados del año pasado, eran comparables a los que hubo en 1995 y 1996, pero en ese entonces la agricultura mundial padeció las 7 plagas. Ahora hay una cuestión estructural... ¿concuerda con eso?
Exactamente. A mediados de los `90 hubo un problema de oferta, una crisis de oferta que enseguida se recompuso. Pero ahora se recompuso la oferta de maíz y va acompañando la marcha de la industria del etanol.
El escenario es otro. En Estados Unidos han desaparecido las tierras en barbecho y el propio gobierno americano anunció el levantamiento de la restricción del uso de pastizales, porque con eso esperan que se reduzca en 18 millones de toneladas la demanda de forrajes.
Todo esto muestra la alta sensibilidad que hay en los mercados por los limitantes de la oferta. Pero la demanda también crece de modo exponencial e, insisto, caminaremos sobre la cornisa toda esta etapa. Se genera así un telón de fondo de precios altos para el mediano plazo, y esto es inamovible, más allá de la coyuntura de un dólar alto o un dólar bajo. Vamos a tener un horizonte de precios muy atractivos en los próximos años.
- Aunque una apreciación del dólar, a lo mejor nominalmente, baje un poco las cotizaciones…
- Eso va a suceder, lo mismo que si el petróleo sube o baja. Hoy los precios de los granos se animan en alguna medida por el precio del petróleo. En el futuro puede ser a la inversa, porque los biocombustibles irán penetrando en el mercado de la energía fósil.
- ¿Nos encaminamos a ser productores también de biocombustibles?
La Argentina, que el año pasado casi no existía en el mundo de los biocombustibles, hoy produce más biocombustibles que aceite para el consumo interno, demandante de 1 millón de toneladas. De biocombustibles ya producimos más de 1 millón de toneladas, hay 3 plantas instaladas y otras en preparación.
- Los granos tienen un horizonte promisorio; las carnes también, al menos en el resto del mundo. ¿En qué forma la ganadería y la lechería se pueden sumar a ese proceso?
- Haría falta encontrar un mecanismo que permita “bypassear” la cuestión del consumo interno. Si el sistema pudiera asegurar el abastecimiento de 8.000 millones de litros internamente y se pudieran crear enclaves productivos para aprovechar las retenciones de 40% en harina de soja y 27% del maíz para producir leche para el mercado mundial, sería sensacional.
El problema es que los modelos “Moreno” no lo permiten; castigan todo: el maíz, la harina de soja y también a la leche, porque es un producto con mayor valor agregado. Hoy tiene más retenciones la leche que la soja, porque la leche está arriba de 50% en retenciones.
Hay una posibilidad fenomenal para la Argentina, porque acá hay know how lechero y know how ganadero. Acá se sabe manejar a la vaca y hay que usar ese potencial. Todo lo que se engorde debe ir a feed lot, porque las tierras se destinan para la agricultura y la cría estará en tierras no agrícolas, que es lo que pasó siempre. Los terneros se harán en el NOA y en el NEA, en tierras donde se tenga la hacienda, volcando los residuos de la agricultura, al estilo de los grandes estados de Estados Unidos, donde se hace destete súper precoz y no riegan praderas sino maíz para las vacas de cría o para el engorde.
- ¿Hay que pensar en una concentración de la lechería como ocurre en otros países?
La concentración es el resultado de la búsqueda de eficiencia. La Argentina es el país que más buscó eficiencia en su producción agroalimentaria, por eso es el que más creció entre los países agrícolas. Entonces, si la producción de soja pasó de 0 a 50 millones de toneladas en 25 años y con un modelo industrial sojero, fue porque tendió a la eficiencia, con el protagonismo de los “sin tierra”, aquellos que alquilan campos para producir.
En ganadería y lechería, el confinamiento es el futuro. He visto en Estados Unidos un tambo que es el que replicará Adecoagro en la Argentina y que consiste en un sistema para el que todavía no estamos acostumbrados pero que se viene inexorablemente. Implica mejor alojamiento para las vacas y mejor manejo. Eso es eficiencia, porque una vaca que genéticamente está para dar 30 litros, da 22 litros en condiciones de campo. Esos 8 litros adicionales son un 40% muy importante para el capital invertido en hacienda y en tierras.
- ¿Cómo puede armar la Argentina un esquema que le permita aprovechar la gran ola mundial?
Las retenciones llegaron para quedarse, porque no hay condiciones políticas ni económicas para eliminarlas.
El sector tiene que ser muy inteligente y pedir algún nivel de apoyo o de compensación para los insumos de alta tecnología. Me parece que una medida clave para el mediano plazo es una política de fertilizantes. Hay que asegurar el uso masivo de fertilizantes que subieron mucho de precio en el mundo. Yo diría que hay que “subsidiar” en la base. Busquemos mayor competencia por un lado, pero también reintegros a importadores y productores locales de fertilizantes para que estos insumos puedan bajar sustancialmente de precio en el mercado interno.
Todo eso significará mayor superficie de maíz y eso dará un aumento de cosechas y brindará impulso a la industria de valor agregado como la avícola y la porcina. Se puede lograr con compensaciones directas: si el maíz tiene 30% de retenciones, que haya 30% de reembolsos para fertilizantes. Pensemos en medidas heterodoxas.
Entrevista: Néstor Sargiotto y Jorge Freites
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