Explica el informe semanal de Idesa: Una lectura superficial, muy frecuente en la Argentina, es asumir que el “milagro chileno” es un mito y que su situación no es diferente al resto de la región. Una interpretación alternativa emerge al comparar algunos indicadores básicos. En este sentido, según datos de la CEPAL se observa que al año 2018:
- El Producto Bruto per cápita en dólares de Chile es U$S 15 mil, mientras que el de Argentina es de U$S 8,7 mil.
- La tasa de pobreza en Chile es de 8,6% mientras que en Argentina era de 29,6% de la población.
- El coeficiente de Gini (mientras más alto, más desigualdad social) en Chile es de 0,45 mientras que en Argentina es de 0,39.
En Chile, entonces hay solo 86 pobres cada 1.000 personas, mientras en Argentina hay casi 300 cada 1.000. ¿Por qué entonces tan violentas protestas y reclamos?
Este experimento con monos capuchinos lo explica en un minuto
En términos más técnicos, lo amplía Idesa: Estos datos muestran que el “milagro chileno” existe tanto en términos de progreso material (crecimiento del producto per cápita) como social (la proporción de gente que dejó de ser pobre). El contraste con Argentina y el resto de la región es palpable. Su punto más vulnerable es la persistencia de la alta desigualdad. Que haya un proceso general y persistente de progreso no alcanza en la medida que se ignoren las aspiraciones de amplios sectores de la sociedad a avanzar hacia una distribución más equilibrada del ingreso.
Lo que les irrita a los chilenos (a la mayoría de ellos, claro) es ganar tanto menos que sus mismos compatriotas, aún cuando en términos de ingreso estén muy encima de otros países de la región.
Es el mismo caso de las personas que ganan US$ 3.000 y son felices si sus amigos ganan US$ 2.500, pero rehúsan ganar US$ 3.500 si eso implicara que sus amigos ganen US$ 5.000. Humanos somos.
Cierra Idesa: Salvando las distancias, Chile en el siglo XXI enfrenta la misma encrucijada que la Argentina en el siglo XX. Luego de varias décadas de crecimiento tiene que responder a las demandas populares por una mayor participación en el producto social. La encrucijada de Chile es acelerar la inclusión social sin erosionar los incentivos al crecimiento económico. Esto es lo que la Argentina no supo resolver desde mediados del siglo pasado y lo que explica su decadencia actual.
Decimos nosotros: quizás llega la hora de un “peronismo” para Chile. Quizás cierre algo brechas en el presente aunque incube los demonios del largo plazo. Ya lo sentenció el mismísimo Keynes: en el largo plazo, todos vamos a estar muertos.
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