El exsecretario de Turismo de la Nación y precandidato a senador de Mauricio Macri, Gustavo Santos, hace un mes que recorre la provincia con la seguridad de que la actual campaña legislativa es sólo un paso más hacia el objetivo general que su mentor trazó para él. Esta vez, quienes dicen conocer al expresidente afirman que tiene pretensiones serias para el distrito que fue clave en su carrera nacional. “Quiere gobernar Córdoba”, insisten.
Es su “apóstol” quien anticipa en las recorridas territoriales cómo se materializará el deseo de su “profeta”. Los interlocutores de Santos recordarán una anécdota que el exfuncionario de Hacemos por Córdoba cuenta con frecuencia y que tiene como protagonista José Manuel de la Sota. Los trovadores de la política mediterránea relatan que el fundador de Unión por Córdoba aseguraba en privado que pudo convertirse en gobernador cuando dejó de cantar la marcha peronista.
Santos apela a esa lección de política frentista para ratificar que la coalición Juntos por el Cambio tiene que aspirar a más, que con lo que hay no alcanza para convertirse en gobierno en 2023. El porteño Horacio Rodríguez Larreta dijo algo muy parecido ante el auditorio de la Fundación Mediterránea de Córdoba. La exgobernadora María Eugenia Vidal, también ante el establishment local, habló de consensos más amplios para sacar al país adelante. Las intervenciones nacionales terminaron legitimando lo que ya comenzaba a verse en el ala amarilla que responde directamente al tridente PRO: la orden es no tensionar con Juan Schiaretti.
Sobresalen dos razones. La primera: el macrismo se ilusiona con tener al gobernador cordobés como aliado en la competencia nacional para desplazar al kirchnerismo de la Casa Rosada. La segunda: comienza a gestarse lo que en el PRO entienden como una estrategia política “innovadora” o “disruptiva”.
La idea puede resumirse en el concepto que acuña Macri y pone en práctica su precandidato, Santos, y Soher El Sukaria, la dirigente que lo acompaña en cada una de las escalas de la agenda que cuenta con el visado de Darío Nieto, el secretario privado del jefe PRO. El cofundador de la alianza Cambiemos quiere que su espacio sea la continuación del cordobesismo en la provincia, es decir, propone un cambio sin traumas basado en las preferencias coincidentes del electorado que le dijo masivamente que sí a Schiaretti en mayo de 2019 y, en proporciones superiores, a Macri en la ronda ejecutiva nacional de octubre.
Santos resume esa idea: es un hombre de confianza de Macri, con probada experiencia de gestión y ampliamente conocido por el arco del PJ cordobés. Para el PRO nacional, el exprofesor de semiótica en la UNC sintetiza este nuevo concepto que echa por tierra otro central para explicar la dinámica del poder: el de oposición. Si radicales, macristas y juecistas no pudieron constituirse en una opción sólida de recambio en el Ejecutivo provincial, el razonamiento macrista plantea que una opción novedosa sería cambiar la receta clásica. Es decir, evitar la crítica abierta, los golpes bajos y proponer dirigentes que expresen un modelo exitoso (como el del cordobesismo) con leves ajustes.
El planteo olvida que el PJ local transita un proceso de renovación generacional natural y que, si bien se da por descontado que Schiaretti ordenará el proceso, no hay indicios serios que permitan suponer que el gobernador quiera innovar a esta altura. Para que el cuarto de siglo en el poder provincial se corone con éxito, el bastón de mando tiene que ser recibido por otro peronista y ese parece ser, por el momento, Martín Llaryora.
¿Cuáles son los factores que explican la determinación de Macri para proponer esta continuidad del cordobesismo en la figura de Santos? Habrá que esperar algunas pistas. Lo cierto es que el vanguardismo político del exgerente deportivo desorienta a varios. Uno de ellos es el jefe del PRO de Córdoba, Javier Pretto, que prefirió mostrarse crítico con la gestión de Schiaretti cuando la recomendación del partido a nivel nacional es otra.
“El gobernador de Córdoba está muy condicionado desde el punto de vista económico. Eso habla del modelo de gestión de Hacemos por Córdoba, que no es tan exitoso como se decía. Una provincia rica como Córdoba, que sea presupuestariamente dependiente de la Nación, habla a las claras de que no se han hecho las cosas del todo bien. Estando bien administrada, Córdoba tiene muchos recursos a los que puede echar mano sin tener que depender tanto de la sintonía con la Nación”, tomó distancia el integrante de la mesa de Juntos por el Cambio Córdoba.
A su vez, Pretto relacionó la sintonía entre Macri y Schiaretti a la imposibilidad de que la coalición conquiste El Panal: “Porque en nuestro espacio no trabajamos para posicionar a líderes locales. Hemos recurrido a gente conocida que nos ayudó en su momento por la inmediatez de una elección y nos empezó a ir bien. Creo también que la muy buena sintonía del presidente con el gobernador nos dificultó también posicionar a dirigentes propios en el escenario provincial. Ahora me parece que lo estamos haciendo”.
¿Santos es considerado como “propio? ¿Esta distancia que toma Pretto con la gestión de Schiaretti busca relativizar a quien se presenta como el favorito de Macri? ¿La posición del exucedeísta es representativa de las distintas líneas del partido? O bien, ¿Pretto es un llanero solitario que busca reacomodarse luego de su accidentado regreso a la conducción del PRO? Estas son algunas de las preguntas que quedarán flotando hasta la próxima visita del exjefe de Estado, con motivo de la presentación de su libro “Primer Tiempo”. A diferencia de la cena de cortesía con dirigentes en el restaurante del country Potrerillo de Larreta, la gira literaria de mediados de mayo será el primer acto político en Córdoba y se da por descontado que no escatimará gestos para apuntalar a Santos, con quien se proyecta como el heredero del cordobesismo.
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