Biofarma es una empresa que se dedica a la nutrición animal (cerdos, aves, rumiantes y equinos) dividida en dos grandes unidades de negocios: el Premix (insumos que utiliza la gente que fabrica los alimentos balanceados, los denominados núcleos) y los Alimentos de las Primeras Edades.
Tiene 350 empleados -170 en Río Cuarto- y una estructura mixta para su canal entre sucursales propias y distribuidores exclusivos. En total, su facturación este año crecerá alrededor de 15% real respecto a la de 2016, rozando los $ 1.300 millones.
“No entiendo eso de la oportunidad de inversión, yo tengo un plan estratégico para los próximos 3 años y así venimos trabajando con Luis desde hace más de 10. No tengo la oportunidad de decir: ‘hoy es un buen momento para invertir, mañana no’. Nosotros somos lo que somos porque competimos con multinacionales que durante 10 años no pusieron un peso y porque nos trazamos un plan”.
Quien habla es Marcelo Vilosio, el extrovertido gerente general de Biofarma. En su alocución se refiere a Luis Klinger, presidente. Ambos coinciden en que planificación y reinversión fueron las claves para que la compañía llegue al lugar donde está.
La empresa nació en Córdoba hace 40 años, fundada por un grupo de profesionales de la nutrición y veterinarios (encabezados por Alberto Riesler y Adolfo Aubinel) en tiempo que arrancaba la cría intensiva de animales, fundamentalmente la avicultura, y fue soportando diversas crisis que marcaron la historia argentina de los últimos 40 años.
La salida de la convertibilidad parecía darle la estocada final. Klinger era el asesor impositivo contable desde 1985 y Vilosio el jefe comercial. En 2001 decidieron apostar e incorporarse como accionistas.
“Después de esa fuerte crisis, hubo un gran trabajo de desarrollo de producto para acompañar un cambio en las condiciones de mercado (NdR: en especial el boom en la industria porcina de 2003 a 2005) y aprovechar el viento de cola. Logramos estabilizar la firma, renegociaron los pasivos y salimos. Para hacer frente a las necesidades financieras de ese entonces sumaron a los dueños de una fábrica similar en Colombia”, relata Klinger.
Hoy la empresa tiene capacidad para producir 17.000 toneladas mensuales. Es decir, más de 350 kilos de alimento animal por minuto.
“Año tras año profundizamos nuestros programas de incentivos”
(María Elena Radov - Gerente de RRHH y responsable de RSE)
El importante salto en su potencial productivo lo dio con la reciente inversión de US$ 5 millones (todo inversión propia) en una nueva planta de alimento para iniciadores Río Cuarto, donde está presente desde 2007.
En esa localidad ya tenía una planta para ese nicho de mercado con capacidad para 3.000 tn/mes. La nueva -totalmente automatizada- puede producir hasta 7.000 tn/mes. En el Imperio del Sur también tiene la planta productora de alimentos para rumiantes y planea inaugurar en breve un centro de acopio de 12 mil toneladas, ampliar la de planta de expeller de soja y no descarta una elaboradora de biodiesel.
A eso deben sumarse las 4.000 toneladas de producción que posee en la fábrica de Córdoba, elevando la capacidad total a 17.000 toneladas mensuales.
Aumentar el comercio exterior, el siguiente paso
La elevada producción ubica a la compañía cordobesa como una de las más relevantes en el mercado local: en la parte de preiniciadores de cerdo, por caso, posee el 60% del market share con su marca Perfecto.
Pero los pasos siguientes están puestos en mayor penetración en la región, donde el crecimiento de la industria cárnica -más aún después del cierre de exportaciones que había decidido el kirchnerismo- ha sido muy grande en los últimos años.
“Biofarma ya tiene el 80% del mercado de alimentos para el sector en Uruguay, el 30% de Bolivia, el 50% de Paraguay”, dice Vilosio.
La empresa es muy competitiva en precio (promedio US$ 1 el kilo), en tecnología y en la calidad de materia prima. “Lo que podemos cargar desde acá en un camión -la compañía posee una moderna flota propia- y sacarlo a países limítrofes nos permite correr la carrera, pero cuando tenemos que sacarlo vía puerto estamos muertos”, acota.
Pero el plan es ir por más. “Recién ahora hemos podido hacer la inscripción del producto en Chile y hemos enviado en abril el primer embarque de alimentos para pollitas ponedoras; y en 60 días tendremos el producto registrado en Brasil, donde enviaremos una superespecialidad en alimentos para cerdos (el que comen desde el destete y por tres días). Vamos despacio, pero sabiendo cuál es nuestro camino”, remata Vilosio.
“Más allá de las contingencias políticas que no se pueden cambiar por un político de turno porque creemos que el desarrollo de la producción es clave cualquiera sea el signo político. Trazamos un proyecto y nos empecinamos en brindar un servicio más que un producto, tal el leit motiv de los fundadores, que permitan la eficiencia productiva de nuestro clientes. Por eso Biofarma va a seguir creciendo siempre”, concluye Klinger. Los números lo demuestran: desde aquella crisis que parecía terminal, el crecimiento superó el 25% promedio anual.
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