Es un homenaje a Helmut Cabjolsky, que en su estudio definió la trama de desarrollo de La Cumbrecita como pueblo. La escultura muestra al desarrollista con su cerveza, ya que en sus últimos años, a los 90, bajaba caminando de su casa al bar y se tomaba una cerveza a las seis de la tarde y luego regresaba a su hogar, una especie de rito. En la escultura está acompañado de Luna, una perrita que le brindó a la familia de su hija lindos, gratos momentos y enseñanzas.
El artista convocado para hacer el trabajo fue Luis Carlos Pérez, que en este mismo pueblo desarrolló una serie de trabajos que conforman el Paseo de las Esculturas con distintos motivos a lo largo del corredor del casco histórico entre bosques y arquitectura centroeuropea. En octubre del año 1912 una gran tormenta de viento derribó una importante cantidad de árboles, la Comuna, por aquel entonces convocó al artista para que transformara esos árboles derribados en esculturas relacionadas al ideario cumbrecitano.
En mayo del 2013, el artesano Luis Pérez tallaba un ciprés, que iba tomando forma de un duende. Daniel López, Jefe de la Comuna en aquellos años, declaraba en medios regionales, provinciales y nacionales “quisimos transformar la tragedia en algo positivo, queremos que la gente se siga encontrando con ese cuento mágico que viene a buscar a La Cumbrecita”.
Es por eso, que en el ingreso al pueblo nos topamos con una fuente donde hay un águila, peces, un zorro y una ardilla trepando la fuente, la escultura habla por sí sola acerca de la fauna que vamos a encontrar durante nuestra estadía en La Cumbrecita.
Frente al edificio de lo que fue la Dirección de Turismo se puede apreciar una escultura que es réplica de la Capilla Ecuménica que luego descubriremos en la parte alta del pueblo. Unos metros más adelante, sobre la calle principal del pueblo peatonal, dos duendes juegan con un hongo. Continuando por la calle central llegamos a la Plaza de los Pioneros, y allí comparten el espacio como desde hace 90 años en la vida real, un criollo y un alemán, la escultura refresca la memoria colectiva del pueblo y nos recuerda que La Cumbrecita es producto de la fraternidad y de la integración. Unos metros más allá, dos lechuzas entre rosas observan las acciones del día.
En el caso del Paseo Helmut fue convocado por los propietarios para recrear un viejo ciprés en riesgo de caerse y darle vida artística. Luis Carlos nos contó que estudió algunas imágenes de quien fuera el desarrollista del proyecto pueblo Cumbrecita, luego de haber asimilado algunas características se puso manos a la obra y hoy Helmut les da la bienvenido al restaurante y al paseo.
En Villa General Belgrano, el artista ha realizado también algunas obras solicitadas por el municipio y a pedido de emprendimientos privados. En Los Reartes una pareja baila una zamba en el ingreso al pueblo. “Todos mis trabajos se realizan en árboles que ya culminaron su ciclo de vida natural y les doy una segunda oportunidad, evitando que sean descartados, desechados, o quemados en una salamandra. Nunca destruyo para crear, sino que le brindo una segunda oportunidad a árboles que ya cumplieron su ciclo” manifestó el escultor a Infonegocios.
Luis Carlos ha recorrido distintos países de Europa y de Latinoamérica con su arte y por estos días se encuentra en la ciudad de Buenos Aires donde creó una Geisha y va construyendo la segunda en el emblemático Jardín Japonés. Nos contó esta semana que su primer tallado fue realizado a los 7 u 8 años, pero considera que su debut profesional fue en el 2013.
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