El Sorocabana se fundó el 1 de enero de 1956 y desde el primer expreso que sirvieron siempre funcionó en el local alquilado a una misma familia. Durante 66 años esos contratos de alquiler se fueron renovando, hasta que las propietarias del local ya no quisieron seguir adelante con la relación comercial, según comentó a InfoNegocios una fuente muy allegada al tradicional café.
A partir de esa decisión unilateral que lleva varios meses, los propietarios del Sorocabana no tuvieron más remedio que salir a buscar un nuevo espacio para su bar y vieron la oportunidad de alquilar el local que está justo en diagonal, también en Buenos Aires y San Jerónimo. Es un lugar más pequeño, pero muy acogedor. Habrá mesas y sillas adentro y afuera del local, en la galería de la recova del ex Plaza Hotel y en la vereda.
Las obras en el local que ahora ocupará el Sorocabana, comenzaron en febrero y cuando se escucharon los primeros rumores sobre la mudanza, la respuesta siempre fue que ese sería un anexo, para café al paso, aunque ya sabían que sería el nuevo domicilio del tradicional bar de Córdoba.
Este fin de semana los movimientos fueron incesantes: se trasladaron mesas y sillas, letreros, vajilla, máquinas, heladeras y un sinfín de cosas que hacen a la vida de un café. Pero como en toda mudanza hay una vida que se desarma, una vida de mesas de café en las que se debatió, se amó, se lloró a lágrima viva y también en las que muchos amantes tomaron su primer y su último café. Al estar en el corazón de la zona bancaria de Córdoba y tan próximo al Teatro Real, por allí también pasaron todos los personajes de la política, de la cultura y de la bohemia.
Miguel Clariá, en diálogo con InfoNegocios señaló sobre el Sorocabana: “Tengo recuerdos del Sorocabana desde que era muy chico para entrar, era un lugar demasiado importante a donde iban “los grandes" después del cine o del teatro. Apareció como gran novedad en una Córdoba chiquita, aldeana, donde la vida pasaba todavía por la plaza San Martín, la Catedral y el Cabildo. Nos sentíamos muy importantes, en la adolescencia, cuando después de ver una de vaqueros en el vecino Cine Real nos acodábamos en el largo mostrador del Sorocabana. Como todos, lo tengo asociado a Daniel Salzano con quien no pocas veces compartí allí el café, la charla y la amistad. Era el dueño. No tenía escultura, pero era como si la tuviera, si uno buscaba a Daniel sabía que si no estaba en la librería de Rubén estaba en el Sorocabana. Como mínima anécdota personal, recuerdo que entre tantos oficios y rebusques en los que anduve buscando el peso, por los ‘60 me sumé como vendedor de una inmobiliaria, CIFEL, que tenía sus oficinas arriba del Real. Cuando cerré mi primera operación, un lote en barrio Jardín Espinosa, sobre la avenida Ricchieri que todavía no tenía asfalto y adonde no era sencillo llegar, en el Sorocabana lo celebré, con mi cliente, a quien invité con un café”.
Por su parte, Pancho Marchiaro, secretario de Promoción de la Municipalidad de Córdoba y un habitué del Sorocabana también contó a InfoNegocios su vínculo con el tradicional bar: “El bar Sorocabana con sus seis décadas de vida es un ícono de la ciudad de Córdoba, un punto neurálgico del cerebro urbano. Lo visité muchas veces, en más de una ocasión acompañado de intelectuales y referentes de la cultura y del pensamiento de la ciudad de Córdoba y siempre estuvo un poco equidistante de mis trabajos, tanto en el Centro Cultural España Córdoba, a pocas cuadras en Entre Ríos 40; el Cabildo y después el Obispo Mercadillo.
Era común encontrarte en el Sorocabana, en su barrita, con algún referente de la literatura, del pensamiento, de la pintura y el hecho de que se mude, que cambie de sede, ojalá no sea un impedimento para que continúen acumulándose las anécdotas, las historias y por consiguiente las repercusiones del bar en tantas canciones, pinturas y obras de teatro en las que se lo menciona”.
Entre todas las cosas que muda el Sorocabana también está la escultura de Daniel Salzano (emplazada en 2016, a dos años de su fallecimiento), que es más que una escultura: es la mística del tradicional café.
InfoNegocios quiso saber ¿qué pasará con Salzano? La respuesta de una de las personas que trabajaba el sábado en horas de la tarde en el nuevo local dijo sin dudar: “Salzano se viene con nosotros, todavía no sabemos dónde estará, pero Salzano viene”.
Hay que destacar que, en este nuevo comienzo, el personal del Sorocabana trabajó a destajo para la puesta a punto del nuevo local y así el martes o miércoles de esta semana abrirá nuevamente sus puertas, con su exquisito café y con su mística intacta.
El Sorocabana es de los cafés decanos del centro de Córdoba, junto a La Tasca, El Ruedo y El Foro (el chiquitito que está al lado de la Facultad de Derecho).
En una entrevista, el periodista Damián Stupenengo le preguntó a Salzano: "Si tuviera que escapar hoy, ¿a dónde iría?", el escritor, sin dudarlo, contestó: "Tengo muchos lugares para mencionar, pero la mayoría ya no están o están desfigurados, como el ferrocarril. Creo que me escaparía a un bar, porque en los bares se puede leer, el mundo se mueve a tu alrededor, participás si querés y si no, no te jode nadie, incluso también podés escribir. Me gusta el olor de los bares, las figuras. Mi bar en Córdoba es el Sorocabana (San Jerónimo esquina Buenos Aires), es uno de los pocos lugares que conservan su emblema. No hay una calidad determinada de gente, pero hay mucha gente y toda de confianza. Los mozos son de confianza. Es agradable que un mozo te conozca, te salude y te traiga lo que vos tomás. Los bares son pequeños focos de amistad que hay diseminados en la ciudad".
“A mí lo que más me gusta es el corazón cuando se pone a dar órdenes por la calle San Jerónimo
¡Andá al Sorocabana a tomar un cafecito!
¡Sentate del lado de la ventana!
¡Mirá a la gente!
¡Golpeá el vidrio con la punta de los dedos! /(…)”
DZ
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