Esta última es quizás la más condicionante. Una forma de ahorrar es generar escenas, para usar las luces racionalmente de acuerdo a cada circunstancia, sin necesidad de encender todas al mismo tiempo.
Una escena podría ser marcar las medianeras, senderos o canteros, con luminarias embutidas en pared o piso (rondan los $500), con haces verticales de arriba y abajo, o en una dirección a modo de seguridad visual –ante escalones, bordes de piletas …- y seguridad psicológica – para evitar los fondos oscuros-. O bien con farolas, hoy en modernos diseños en aluminio extruido y variados colores y alturas.
Otro episodio sería, por ejemplo, apagar las medianeras y encender un haz con dirección a un árbol o un trío de globos transiluminados rotomoldeados de poliuretano ($400 cada uno, los pequeños) cerca de los arbustos. En el caso de destacar un árbol, es suficiente iluminar el tronco y algunas ramas, ya que muchas aves se refugian en el follaje para dormir.
Una escena más, con luminarias maceteros de polietileno, sillones o mesas del mismo material, ($ 700 y $ 900 según formas y tamaños), que iluminan el sector y logran una experiencia de calidad en una reunión social.
Luz, ¡Acción!
(Por Sara Bongiovanni) ¿Qué hay de nuevo para iluminar los exteriores? La respuesta: mucho. Así, con buen asesoramiento logramos importantes diferencias a la hora de elegir las lámparas (led o tradicionales), los artefactos (embutidos o colgantes, entre otros), la ubicación ideal, los efectos que se quieren producir…
Hay tres premisas básicas que guían el proyecto de iluminación de espacios exteriores: la seguridad, crear diferentes efectos y consumir poco.
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