No sólo se llevó el mate... también “matevangelizó” en el DF.
Bárbara Anderson: “No solo que importé la costumbre del mate a mi oficina en México sino que traje conmigo un defectito: odio cebar mate. Lo que hice fue `matevangelizar´: le enseñé a Xanic, Tania y Gisela (tres compañeras de la redacción) a tomar mate, las hice adictas y ahora son las que me ceban el mate. Somos las mayores consumidoras de Nobleza Gaucha de la zona”.
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