Hace dos meses, casi todo parecía estar mal en Argentina.
Después de que resultados de encuestas mostraran una probable victoria electoral para la ex presidencia izquierdista Cristina Fernández de Kirchner, la turbulencia volvió a dominar los activos argentinos. El peso se derrumbó contra el dólar y se dispararon los rendimientos de la deuda soberana del país, junto con el costo del seguro contra un default. Y la inflación siguió su incansable marcha.
Si bien se mantienen muchos riesgos, las perspectivas de Argentina para el futuro cercano ahora se ven un poco mejores, no sólo desde el punto de vista político sino también desde el económico.
En el frente político, el regreso de Fernández a la presidencia ya no es la amenaza que era. Claro que todavía podría ser vicepresidente si su compañero de fórmula gana las elecciones, pero como vice, hay esperanzas (algunos dirían una ilusión) de que se limiten sus impulsos más polémicos.
Si bien las encuestas vienen parejas, las probabilidades de reelección de Mauricio Macri también mejoraron desde que eligió como compañero de fórmula al senador peronista Miguel Ángel Pichetto. El razonamiento es que haciendo un giro hacia el centro político y eligiendo a alguien de la oposición, Macri amplía su atractivo electoral.
Estos acontecimientos políticos ayudaron a que se calmara la moneda local en un momento en que la inflación finalmente parece acercarse a su punto de inflexión. Si bien los precios minoristas subieron 3,1% en mayo y la inflación anual llegó a 57,3%, el índice mensual es inferior al 3,4% de abril. Carlos de Sousa de Oxford Economics espera que este descenso se sostenga y que la tasa de inflación se ubique en torno a 38% a fin de año.
En cuanto al sector industrial argentino, también se observa una modesta mejoría. Tal como señala Alberto Ramos de Goldman Sachs, después de cuatro meses consecutivos de menor crecimiento, el sector industrial se expandió 0,6% el mes pasado. Ese cambio se produjo pese a que el sector servicios cayó 1,7% en el trimestre. Los sectores manufacturero y de construcción más que compensaron la diferencia.
Según Ramos, otra señal de que la economía tocó un piso cíclico es que si bien el PBI real bajó sustancialmente junto con el consumo y el gasto en inversión en el primer trimestre, el ritmo de esa contracción del PBI fue más lento que en el pasado. Con esta desaceleración, RAmos calcula que el ciclo económico real se estabilizará en el segundo trimestre y se recuperará en la segunda mitad del año, impulsado por la producción agrícola y de energía, y las exportaciones.
El actual escenario externo también ayuda. Según Sebastián Rondeau de Bank of America, tres giros favorecen a Argentina. Primero, la Fed y otros bancos centrales adoptaron políticas monetarias más expansivas. Segundo, subieron los precios de las materias primas, especialmente el de la soja. Y tercero, Brasil. El destino económico de la Argentina está muy ligado al de su vecino debido a los sólidos lazos comerciales entre ambos países. Rondeau contó que la moneda de Brasil se apreció 6,2% contra el dólar desde el 20 de mayo, una bendición para el peso. Sin embargo, estra estrecha conexión podría pronto convertirse en un problema, dado que empeoró el panorama de Brasil desde que en enero asumió el presidente populista Jair Bolsonaro.
En resumen, la situación sigue siendo peligrosa en Argentina: las encuestas que podrían seguir mostrando una elección reñida y, pese a la mejora, la economía aún se tambalea. En otras palabras, entre ahora y octuvre todavía hay mucho tiempo para que la volatilidad vuelva con ganas.
Es por eso que, hasta entonces, los inversores deberían disfrutar del tiempo.
Traducción: Mariana Oriolo
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