En el viaje que Hernán Lacunza va a hacer a Washington desde el 25 de septiembre no se va a reunir ni con el número dos del Fondo Monetario Internacional, David Lipton, ni con la pronta a asumir en el cargo de directora gerente, Kristalina Georgieva.
Los encuentros serán a nivel técnico: nuevamente Lacunza, acompañado por su número dos Sebastián Katz, se sentarán a intercambiar posiciones con el jefe del Departamento Occidental, Alejandro Werner, y con el líder de la misión para la Argentina, el italiano Roberto Cardarelli.
Los puntos en los que se focalizarán serán cuatro: la perspectiva de acceso a los mercados, la sostenibilidad de la deuda, la capacidad y voluntad de las autoridades de poder aplicar las medidas que surjan del programa, y la necesidad de la ayuda para resolver el déficit de balanza de pagos.
En sí, la situación macroeconómica se modificó sustancialmente desde la última revisión formal y, si bien la Argentina cumplió con las metas al segundo trimestre (hecho que desde el Gobierno resaltan cada vez que pueden), para aprobar el envío del desembolso desde el FMI deben estar confiados también de la evolución de la economía hacia adelante.
Es por eso que los cuatro puntos en los que pondrán más foco en esta oportunidad tendrán una mirada hacia lo que se vendrá, que en sí está teñido de elevada incertidumbre dado el proceso electoral en marcha, hecho que se suma al cambio sustancial de la situación económica en sí.
No está definido si se trata de una revisión formal de la economía en sí, paso fundamental para que se concrete el sexto desembolso por los u$s 5400 millones. Pero en el Gobierno buscarán despejar las dudas para intentar que eso ocurra.
La fecha original prevista para este desembolso era a partir del 15 de septiembre. Pero en sí no existe una fecha límite para que este envío de dinero ocurra.
En el entorno de Lacunza aseguran que, tras las medidas financieras y cambiarias que tomaron, "el desembolso no es una necesidad inmediata". No obstante, lo contabilizan como recursos dentro del año, por lo que lo esperan para a más tardar, diciembre.
Uno de los puntos sensibles del acuerdo con el FMI, que se modificó de manera sustancial, es la perspectiva sobre la deuda. Para el organismo, hasta ahora es "sostenible, pero no con una probabilidad alta". De hecho, no en vano el Gobierno anunció el reperfilamiento y la intención de renegociar los vencimientos con el propio FMI.
En julio, el Fondo había dicho que esperaba que el PBI se empezara a recuperar para mediados de año (y terminaba así con una caída del 1,2%, que ahora quedó lejano). Sobre el tipo de cambio, señalaba que "la apreciación proyectada del peso real en 2019 mejorará la dinámica de la deuda" y ponía sus fichas en que "la consolidación fiscal a lo largo del período ayudará a reducir el acumulación de deuda en el futuro". Así, esperaba que 2019 terminara con un 77% de deuda sobre PBI. Pero con un escenario bastante más negativo que el proyectado en ese momento, ese porcentaje estaría en torno al 98%.
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