“El sector está listo para la revolución del empleo”, proclamó el dueño de casa, Sergio Kaufman, CEO de Accenture. A su izquierda, estaban Santiago Mignone, número uno de PwC Argentina, y, más allá, Facundo Gómez Minujín, titular de JP Morgan en el país.
Este año, las empresas de la Economía del Conocimiento vieron la sanción de su ley. La norma empezará a regir el 1º de enero, en medio del verano caliente que promete el cambio de gobierno. Los principales players dicen que sólo los moviliza la intención de empezar a mostrar una actividad, los centros globales de servicios, que está "escondida" (sic). Por tal motivo, convocaron a una rueda de prensa en la sede de Accenture, en el Distrito Tecnológico. Pero, por las dudas, empiezan a mostrar la guardia alta.
“¿Qué más necesitamos? Nada: la ley es bastante completa. Con que no la toquen, alcanza”, dijo Mignone.
Entre otros beneficios, la norma libera aportes patronales para sueldos inferiores a los $ 48.000 mensuales, reduce de 25% a 15% la tasa de Ganancias, brinda estabilidad fiscal y de los derechos de exportación (retenciones) y, en los casos en los que no existe tratado de doble tributación, permite calzar algún impuesto pagado por duplicado en el exterior. Entre los requisitos para calificar, las empresas deben exportar más del 70% de su facturación, entre otros requisitos, que se flexibilizan en el caso de las micro, pequeñas y medianas empresas (MiPyme).
En general, se asocia a empresas del conocimiento con firmas tecnológicas. Pero, de los u$s 6000 millones que el sector exportó en 2018, los servicios informáticos aportaron el 25%. El 60%, en cambio, fueron servicios profesionales, unos u$s 3600 millones, precisó Luis Galeazzi, director ejecutivo de Argencon, cámara que agrupa a 42 empresas vinculadas con la actividad.
Aunque no hay datos precisos, se calcula que cerca de la mitad de esos u$s 3600 millones corresponde a los 50 global delivery centers que, desde la Argentina, se brindan –y facturan– a casas matrices u otras filiales de corporaciones multinacionales.
En 2018, las empresas de la Economía del Conocimiento registraron 435.000 empleos formales en el país, de los cuales 215.000 son de actividades contempladas por la ley. La norma podría crear, para 2030, más de 400.000 puestos nuevos, entre empleos directos y trabajos independientes. En exportaciones, el salto podría ser de u$s 6000 millones a u$s 15.000 millones en el mismo tiempo.
Por eso, si bien reconocen que Alberto Fernández elogió la ley –que, además, fue aprobada con el respaldo de casi todas las fuerzas políticas–, a los CEOs, les inquieta la falta de comprensión sobre el potencial que tiene el sector, incluso, en una coyuntura compleja como la actual.
“Cuando uno pregunta cuáles son las urgencias de la Argentina, las respuesta es: empleo y generación de dólares”, planteó Kaufman. “Este sector es generador neto de divisas porque exporta y no importa; crea mucho empleo y, además, provoca una atracción positiva sobre el mercado del talento”, amplió.
El cálculo es que, en 10 años, por cada dólar de sacrificio fiscal, la Economía del Conocimiento devuelve 1,72. “La Argentina, realmente, puede crear 100.000 puestos de trabajo y duplicar los millones de dólares que exporta”, concluyó Kaufman.
Si bien la ley, además de exenciones, otorga estabilidad fiscal, por el paquetazo impositivo que anunció el Gobierno de Macri en septiembre del año pasado, hoy, tributa una retención del $ 4 por dólar exportado. Sin embargo, eso está compensado por la devaluación. “La ecuación actual es de crecimiento”, afirma Mignone.
Los CEO remarcan el potencial que tiene el país en la instalación de centros de servicios. Citan tres factores: concentración del recurso (el talento profesional existente); razonable nivel de costos; y huso horario, sobre todo, para brindar servicio a los Estados Unidos.
“Las grandes multinacionales tomaron la decisión de tener tres, cuatro centros de servicios globales en el mundo. Y la Argentina consiguió un lugar en estas estrategias, sin que haya una política pública que lo propicie”, subrayó Galeazzi. Con países como la República Checa, Polonia y Rumania como benchmark, se observa el impulso que tuvo el fomento estatal de la actividad. “Polonia creció en 30.000 puestos de trabajo por año”, remarcó.
“En la economía del conocimiento, hay empleos de alto, medio o bajo valor. Hace dos décadas, la crisis propició la llegada de call centers y, cuando los sueldos se recompusieron, esos trabajos migraron porque el nivel técnico que necesitan es muy bajo. La Argentina perdió la batalla del bajo valor hace 10 años. Pero fue desarrollando, cada vez más, los de medio y alto valor”, resumió Galeazzi.
“Para los puestos técnicos, hay un techo demográfico. Además, son cada vez menos los chicos que estudian carreras duras”, indicó Kaufman. “Los GDC no tienen techo porque demandan en carreras como Administración, Recursos Humanos, Contabilidad”, enumera el CEO de Accenture, que hoy emplea a 10.000 personas y proyecta 11.000 para el año próximo.
“Cuando uno va a Vaca Muerta, ve la poca gente que trabaja en un pozo. Hoy, la noticia son los 1000 despidos que hay por la caída de actividad. Y 1000 empleos es relativamente poco para la capacidad de creación de empleo que tiene la Economía del Conocimiento”, contrastó Gómez Minujín.
El centro de servicios globales de JP Morgan en Buenos Aires, inaugurado en 2015, hoy tiene 2000 personas. En tres años, serán 2500, anticipa el CEO. “A inicios de año, abrimos un centro de abogados, para hacer trabajos en Derecho de los Estados Unidos”, contó. El departamento de Legales del banco tiene 2000 abogados en todo el mundo. Cerca del 10% estará en Buenos Aires.
PwC también muestra balance de crecimiento. Mientras su plantel de servicios tradicionales se mantuvo estable en 2000 personas, su área de global services pasó a ser 1200 personas, con el objetivo de llegar a 4000 en tres años.
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