En estos tiempos tan monotemáticos y centrados en cuándo y cómo se jugará la final entre Boca y River, y todas las suspicacias que rodearon al partido más postergado de la historia (tanto como para recordar el cuento de Osvaldo Soriano sobre el penal más largo del mundo), resulta inevitable relacionar lo que ocurrió en Wall Street la semana pasada con el fútbol.
A tal punto vale la comparación, que se podría decir que, a Apple, Microsoft le metió un par de goles y pasó a ganar el partido gracias a la ayuda que le dio el árbitro, que no es ni más ni menos que Donald Trump.
Esta vez no fue a través de uno de sus clásicos tweets asesinos, sino mediante una breve entrevista para The Wall Street Journal, antes de su viaje relámpago a la cumbre del G-20. En su charla con el diario financiero, el presidente de EE.UU. insinuó la posibilidad de aplicar un impuesto a los iPhones, el producto estrella de Apple, por ser fabricados en China.
Habrá que ver si, después de la tregua alcanzada este fin de semana en Buenos Aires entre Trump y Xi Jinping, su homólogo chino, para frenar la guerra comercial por 90 días, la amenaza contra los celulares sigue en vigencia. Pero el daño ya había sido hecho: tras su declaración al Wall Street Journal, el valor de la acción de Apple se derrumbó, por el temor de que sus ingresos quedaran afectados en el futuro.
Fue así cómo, la semana pasada, el gigante californiano perdió unos u$s 15.000 millones de capitalización bursátil al abrirse la rueda del lunes. Lo que permitió el "sorpasso" de su eterno competidor, Microsoft, para volver a elevarse como la compañía más valiosa del mundo. Al cierre de la sesión del viernes pasado, la empresa fundada por Bill Gates mantenía un valor de mercado de u$s 851.000 millones, contra los u$s 847.000 millones de Apple. Sin embargo, muy cerca de estos dos monstruos se encuentra Amazon que, con u$s 826.000 millones, les pisa los talones.
Por una cabeza
Del fútbol se podría pasar al turf para graficar lo que representa esta diferencia entre los dos gigantes tecnológicos, que por ahora permite a Microsoft recuperar el cetro, tan solo por una cabeza de ventaja. Algo que no lograba desde hacía 15 años, cuando la empresa radicada en las afueras de Seattle valía u$s 289.000 millones, contra los casi u$s 9.000 millones de Apple (en ese momento era la acción número 248 del S&P500).
Pero para los analistas, la "manito" de Trump no alcanza para explicar cómo hizo la creadora del sistema operativo Windows y del paquete de aplicaciones Office para convertirse de nuevo en líder del mercado. En su vuelta a lo más alto del podio, Microsoft puede jactarse de estar teniendo éxito en la profunda transformación interna que encaró Satya Nadella desde que asumió en 2014. "La esencia de lo que Nadella hizo fue un cambio dramático hacia la nube. Él puso a Microsoft de vuelta en un negocio de alto crecimiento", dijo David Yoffie, de la Harvard Business School.
De ser la empresa ícono en el mundo por sus desarrollos de software para computadoras en los años 1980 y 1990, Microsoft logró reinsertarse en la carrera tecnológica poniendo el foco en lo que en la jerga se conoce como "cloud computing", o simplemente "la nube". Esto consiste en el procesamiento y alojamiento masivo de los datos de las personas en internet, en lugar de sus propios dispositivos móviles (computadores, notebooks, smartphones, tablets), con una capacidad de almacenamiento mucho menor.
Más prometedor
Este negocio, en el que tallan empresas como Amazon y Google, es percibido por los mercados financieros como mucho más prometedor que el de los iPhones, donde Apple reina como único amo y señor desde hace 11 años, cuando Steve Jobs, fundador de la compañía, presentó el primer prototipo.
Para los inversores, al futuro del celular más vendido a nivel global le empezaron a surgir algunas nubes, después de una década de éxitos radiantes. En el pasado mes de noviembre, el valor de la acción de Apple cayó un 22%, por la baja en la demanda mundial del iPhone, el producto del que obtiene la mayor parte de su facturación y ganancias. Por eso, en el marco de esa incertidumbre, el misil de Trump resultó ser simplemente la gota que rebalsó el vaso.
Pero también Microsoft luce mucho más rejuvenecida que su principal competidora por su apuesta a la inteligencia artificial, lo que permite que los mercados vean a la empresa como más diversificada, con una visión de negocios mucho más abierta que en el pasado (hubo una época en que el programa Office no podía ser instalado en el iPad, por ejemplo) y con los reflejos suficientes para cambiar de dirección a tiempo.
Lo que hoy le sucede a Apple (volviendo al fútbol, la máxima de que "equipo que gana no se toca"), fue lo mismo que le ocurrió a Microsoft hace dos décadas atrás. Si la compañía comandada por Tim Cook atravesó los últimos 10 años subido al éxito del iPhone y no se preocupó por cambiar, se podría decir lo mismo de Microsoft cuando gobernaba el mundo de la mano del Windows y el Office.
Por eso, en este eterno Boca-River tecnológico, hay muchos analistas que vislumbran un cambio profundo en la cultura corporativa de Apple para retomar la senda perdida, que hoy no parece estar demasiado lejos si se mide por el valor de mercado de ambas compañías. En ese sentido, tal vez pueda ser de utilidad el siguiente proverbio turco: "No importa cuán lejos hayas avanzado en el camino equivocado, siempre es mejor pegar la vuelta".
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