La decisión que tomó el Gobierno días atrás de suspender la exportación de maíz hasta marzo implica un golpe a los ingresos del Estado. De acuerdo con las estimaciones del sector, se dejarían de percibir unos u$s 100 millones, una cifra importante en medio de la lucha del Gobierno por mejorar el la entrada de divisas.
Este cálculo surge de aplicar el 12% que tributa actualmente el cereal de retenciones sobre los u$s 810 millones que se perderán, según las estimaciones de las bolsas cereales de todo el país, por las exportaciones potenciales que no se concretarán.
La medida oficial que busca “asegurar el abastecimiento del grano para los sectores que lo utilizan como materia prima” y, a la vez, desacoplar el valor internacional del cereal del precio disponible en el mercado nacional recibió críticas tanto de los productores de la materia prima, los más afectados por el descenso del precio (con un comunicado principal de las Bolsas de Cereales), como de las distintas cámaras industriales dedicadas al engorde de animales que se supone que son las más beneficiadas por la baja en uno de sus principales costos.
La exportación de maíz experimenta desde hace cuatro años aumentos significativos. En concreto, equivale a un 16% de las exportaciones totales y representan un 4,5% del Producto Interno Bruto (PBI). Desde la campaña 2015/2016 el área sembrada creció un 61% y la producción un 63%, de acuerdo a las cifras de Maizar.
En la campaña 2019/20, la última que se cosechó, Argentina produjo 51,5 millones de toneladas de maíz, de las cuales “si se descuenta lo que necesita el mercado doméstico para alimentación animal, industria del etanol, la molienda seca y la molienda húmeda quedaron disponibles para exportar 37,5 millones de toneladas”, explicó Agustín Tejeda, economista jefe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.
Agregó que en el momento de detener los embarques de maíz durante enero y febrero ya se habían exportado 34,2 millones, por lo que “esos 3,3 millones de toneladas que no se van a exportar son alrededor de u$s 810 millones que dejarán de ingresar al país”.
Actualmente hay 8 millones de toneladas de maíz en manos de los productores. Desde la Sociedad Rural Argentina (SRA) sostienen que al día de hoy se vendió un 83% de la cosecha, cuando el año pasado a la misma fecha se había vendido el 85%. Por el bloqueo a las exportaciones, acopiadores de granos del sector advierten que habrá stocks a la alza luego de la cosecha porque "los productores preferirán aferrarse al maíz y no venderlo si ven que en la próxima campaña subirá el precio", detalló Juan Manuel Agostelli, gerente de Eduardo Beraza S.A. y opinó que "el principal problema que tiene el Gobierno es que no entiende el ciclo productivo, que dura 365 días y siempre en enero y febrero, las ofertas de maíz y del resto de los productos son escazas".
¿Frenar exportaciones ayudará a contener precios?
Una de las posibles razones que pudo llevar al Gobierno a bloquear las ventas del principal cereal que exporta Argentina (dado que en la última campaña se produjo más maíz que soja después de 23 años), es estabilizar los valores de los productos finales en manos de los consumidores, a través de la baja del precio del maíz, apuntado principalmente a la carne que acumula aumentos superiores al 50% en el último año, mientras que el Gobierno busca cerrar un acuerdo para garantizar cortes de carne a precios promocionales.
Juan Carlos Eiras, presidente de la Cámara Argentina de Feedlot (CAF) contó a El Cronista que la incidencia del maíz como materia prima sobre el ganado vacuno es en promedio del 60%. Sin embargo, aclaró que “en el caso de la carne vacuna es muy difícil que se aprecie un efecto sobre el valor final que perciban los consumidores” dado que la cadena de valor está formada, en primer lugar, por los criadores, luego por engordadores y feedlots, en tercer lugar, matarifes que es donde se faena y, por último carniceros y supermercados que son quienes venden.
En ese proceso de la carne vacuna el maíz no tiene una incidencia directa, en el rubro del pollo es distinto. Para Gonzalo Rodinone, doctor en ciencias económicas, dijo que considera que “el efecto de la medida va a ser nulo, pero el impacto potencial es mucho mayor” haciendo alusión a lo que costó recuperar el área sembrada de maíz luego de 2015. “Es muy difícil que esta medida se traduzca en un descenso de la suba de precios al consumidor del pollo o de los cerdos”.
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