El déficit fiscal en julio alcanzó los $ 43.417 millones, lo que representa un deterioro del resultado primario de más de 150% en términos reales, causado por el endurecimiento de la cuarentena y la consiguiente parálisis de la actividad que exigió una expansión del gasto público y generó una nueva caída de los ingresos, estimó la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC).
Los ingresos corrientes en el mes alcanzaron los $ 469.092 millones y fueron un 34,7% superiores a los de julio de 2019 en términos nominales, por lo que contra una inflación de más de 42% en el período la pérdida real es de 5,6%.
Los ingresos tributarios subieron un 16,9% a $ 207.913 millones, un desplome real de 18,1%, mientras que los aportes y contribuciones a la seguridad social mostraron una performance similar al totalizar $ 760.444 millones, una caída real de 15,5%.
La otra gran fuente de ingresos del período fueron las rentas de la propiedad, que incluye las generadas por activos en propiedad del Fondo de Garantía de Sustentabilidad y las utilidades transferidas por el Banco Central (BCRA), al totalizar $ 119.339 millones. No obstante, de este aspecto casi todo proviene de la asistencia de la autoridad monetaria, que giró $ 100.000 millones en el mes.
En tanto, el resto de los ingresos sumaron $ 9963 millones, mientras que los ingresos de capital, que no son corrientes, alcanzaron apenas $ 8713 millones.
En lo que va del año, los ingresos alcanzaron $ 3,34 billones, provenientes de las tres fuentes principales: $ 1,35 billones de ingresos tributarios (40% del total), $ 760.444 millones de aportes y contribuciones de la seguridad social (22%) y $ 1,17 billones de rentas de la propiedad, casi todos giros del Central (35% del total).
De esta manera, la asistencia de la autoridad monetaria representó el 86% de lo que ingresó por recaudación de impuestos, sin contar lo embolsado en concepto de seguridad social. Si se contabilizara, la proporción sería de 55%.
Por el lado del gasto público, las partidas treparon un 38% nominal interanual en el mes hasta $ 524.106 millones, lo que significa una baja real de 3,2%, pero menor a la de los ingresos.
Las prestaciones sociales fueron el principal componente, al totalizar $ 332.877 millones (+85,9%), seguido por subsidios económicos ($ 59.983 millones) y gastos de funcionamiento ($ 49.379 millones). Las transferencias a las provincias alcanzaron los $ 29.324 millones y los giros a las universidades, $ 16.017 millones. Además, se pagaron intereses por $ 30.708 millones y el resto de los gastos corrientes fue de $ 5817 millones.
En tanto, se efectuaron gastos de capital, que no son corrientes, por $ 27.825 millones, casi todo por transferencias de capital ($ 19.031 millones).
Así, el déficit fiscal primario cerró en $ 43.417 millones, mientras que en el mismo mes del año pasado se había registrado un superávit de $ 58.877 millones, lo que representa un deterioro fiscal de 173% nominal y 151% real. No obstante, si se excluyen los $ 100.000 millones girados por el BCRA, el rojo fiscal llega a $ 143.417 millones, un deterioro de 343% en términos nominales.
En el acumulado de los siete meses, el agujero fiscal primario es menor, de $ 15.402 millones, pero si se excluyen los $ 1,1 billones girados por el BCRA el déficit fiscal no financiero ronda los $ 1,18 billones, en torno a 3% del PBI.
Pero los ingresos financieros por la toma de deuda local permitieron al Gobierno hacerse de $ 39.000 millones adicionales en julio. Como el déficit fiscal total, incluido el componente financiero, de julio alcanzó los $ 74.125 millones, si se netea la asistencia monetaria quedaría en $ 174.125 millones y lo captado en el mercado doméstico de deuda representaría un 22% del total. De todas maneras, el dato oficial sobre cuentas fiscales saldrá la semana que viene.
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