"Tenemos ciertos riesgos de hiperinflación". La advertencia la hizo el economista Gabriel Rubinstein en TN, en una de las tantas entrevistas que dio en los últimos días. Fue el último domingo de julio y su nombre todavía no sonaba como el del futuro secretario de Política Económica de Sergio Massa. Como director de GRA y no como funcionario, Rubinstein planteó que la única manera de evitar esa espiralización es con un contundente ajuste fiscal.
Massa sumaría así como virtual viceministro a un macroeconomista fiscalista, con paso por el estudio Broda y el gabinete del exministro Roberto Lavagna (que compartió con el ahora jefe de Gabinete de Asesores, Leonardo Madcur).
Crítico de los gobiernos de Cristina Fernández y de la gestión del presidente Alberto Fernández desde el inicio, Rubinstein notó señales positivas en los anuncios fiscales de la exministra Silvina Batakis -así lo escribió en una columna que publicó en la revista Noticias-, pero consideró que faltaba una espalda política para implementar esas medidas.
Diagnóstico
"Viene alguien con el poder político que no tenía Batakis. Si Massa viene es porque hay acuerdos suficientemente sólidos como para que él despliegue", dijo Rubinstein el domingo pasado en TN.
Su diagnóstico es similar al que hacen, con más o menos énfasis, economistas de Juntos por el Cambio. Sin mercados financieros, ni en pesos ni en dólares, la única alternativa es reducir el gasto. "Lo urgente y lo importante en el corto plazo sería terminar con el desequilibrio fiscal", dijo.
"Argentina no tiene posibilidades de acceder al mercado internacional. No tenemos reservas, deben tener en la mesita de luz las reservas que hay en Argentina. No tenemos capacidad de endeudamiento en pesos, tuvo que salir el Banco Central en junio a rescatar al mercado", dijo. Por eso, "el núcleo del programa tiene que ser el equilibrio fiscal", evaluó.
Su designación daría un respaldo técnico al principal anuncio que hizo Massa el miércoles: orden fiscal, mayor poda en los subsidios energéticos, fin de los adelantos transitorios del Banco Central y cumplimiento de la meta de déficit fiscal acordada con el Fondo.
De todos modos, evalúan quienes conocen a Massa y a su casi seguro viceministro, será la política la que guíe la viabilidad y el alcance del ajuste que Rubinstein considera necesario.
Subsidios
El Ministerio de Economía afirmó que espera un ahorro de $ 500.000 millones en los subsidios energéticos el año próximo gracias a la segmentación "XL" que Martín Guzmán no pudo implementar y que ahora sí contaría con el respaldo de la vicepresidenta Cristina Fernández. "Uno paga lo que las cosas salen. ¿Hay alguna razón por la cual la energía es más importante que la comida? Vos, cuando comés, pagás lo que sale", planteó Rubinstein en la entrevista televisiva.
Para el economista, el recorte en los subsidios debería aportar 1,5 puntos a un fuerte recorte del déficit de 3 puntos del PBI. Es la bandera que el kirchnerismo se resistía a entregar, con el argumento de que la energía barata dinamiza la producción (por costos) y el consumo (al liberar una mayor porción del ingreso de las capas medias y altas).
El resto del ajuste, dice Rubinstein, debería salir de la obra pública y de las transferencias discrecionales a las provincias: "Las provincias reciben entre 0,6 y 0,7 puntos del PBI por encima de la coparticipación, y están mejor que la Nación", planteó. Es algo a lo que apuntaba Batakis.
Inflación y dólar
En la revista Noticias editada el 22 de julio, Rubinstein planteó tres escenarios y le asignó "30%" a uno de "hiperinflación". El más probable (40%) incluía una inflación del 90% anual para este año y del 70% para el próximo. El economista tiene un diagnóstico similar al que trascendió del Palacio de Hacienda: "Julio y agosto vienen mal, pero después debería pasar del 7-8 al 4.-5 por ciento y se terminaría el mandato dignamente", sostuvo en TN.
Para algo más ambicioso, evaluó, haría falta un plan de estabilización. Su propuesta incluye un desdoblamiento cambiario formal, hasta que el Banco Central pueda acumular u$s 20.000 millones de reservas "netas" para unificar dólar. Es algo que las distintas esferas del Gobierno -desde Massa hasta el Banco Central de Miguel Pesce- se resisten a hacer. A los ojos del BCRA, desataría una carrera aún más voraz contra las divisas que la autoridad monetaria administra como puede.
Rubinstein también proyectó como escenario más probable una aceleración de la devaluación del peso para que el dólar oficial llegue a $160, un 15% por encima del valor actual minorista (sin impuestos). En este escenario, el Contado con liqui llegaría a $ 350 y la economía crecería 3,1%.
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