El aislamiento dispuesto por el Gobierno para prevenir contagios a gran escala ante la pandemia del coronavirus generó un nuevo frente de conflicto a la cadena de electrodomésticos Ribeiro.
En primer término, la empresa había negociado con bancos privados para ganar tiempo y presentarles un plan de pagos por su deuda, de unos $ 1000 millones, el 31 de marzo pasado, algo que en virtud del período de aislamiento decretado no concretó aún. Además, el 26 de marzo informó que, en virtud de tener que cerrar sus locales, no podría hacer frente al pago de sus obligaciones negociables Clase K (serie 1) y Clase K2 (serie 1).
Pero esto no es todo. Ahora, el Banco Patagonia intimó a Ribeiro a transferir los fondos por cobranza de los créditos, por los fideicomisos financieros Serie C, CI, CII, CIII, CIV, CV, CVI y Minicréditos 5, en los que la entidad es el agente fiduciario. La cadena no le rindió los fondos cobrados, aduciendo la situación compleja que atraviesa como consecuencia de la pandemia.
El Banco Patagonia informó que, al 17 de marzo, Ribeiro le adeudaba rendir cobranzas por $ 19,9 millones en virtud de todos los fideicomisos antes citados, cifra que se incrementó a $ 30,65 millones al 26 de marzo. Ante la falta de pago, la entidad informó a la Comisión Nacional de Valores (CNV) que decidió sustituir a Ribeiro como administrador y agente de cobro bajo los fideicomisos, funciones que asumirá el banco. Para ello, comunicó que avanza su negociación con las empresas Sepsa (PagoFácil) y Gire (RapiPago) para que se encarguen de recaudar las cobranzas, algo que aún no terminó de acordar. La entidad aclaró que entiende que la situación dada por el covid-19 afectará el funcionamiento de Ribeiro y a sus cobranzas, pero también mencionó que el impacto del reemplazo de Ribeiro como agente de cobro será significativo; que podría ascender la mora de las carteras y "podría generar pérdidas para los inversores".
A través de un comunicado también a la CNV, Ribeiro destacó que rechazó la intimación del banco y sus apercibimientos, al argumentar que, para la cadena, es "ilegal e improcedente". Además, dijo que la sustitución de su rol como cobrador, que llevará a "los pertinentes planteos jurídicos" por parte de la empresa, "generará mayores perjuicios a la reanudación de las cobranzas, por las características de los créditos". La empresa explicó que, en el rechazo a la intimación, se fundamentó en la situación que padece Ribeiro por las medidas implementadas en virtud del coronavirus, que llevó al "cierre de sucursales y el aislamiento de su personal, con excepción de las personas afectadas a entregas de operaciones concertadas por e-commerce". Todo ello constituye "un hecho impeditivo de fuerza mayor o caso fortuito", argumentó. "El cumplimiento de los cobros de los créditos está impedido en los hechos por una situación de "calamidad o emergencia significativa nacional o internacional", situación prevista en los Contratos de Fideicomisos, aclaró la cadena, y agregó que está haciendo esfuerzos "para reencauzar el cumplimiento de nuestras obligaciones, una vez que la reanudación de la actividad lo permita".
La situación no es sencilla. Con todos los locales cerrados, la empresa no puede cobrar las cuotas de créditos a sus clientes, para luego girar al banco. Además, registra una fuerte baja en las ventas, ya que hoy sólo opera online y con un stock limitado, al igual que la mayoría de las empresas del sector, ya que sus proveedores no pudieron abastecerse con normalidad.
Renegociación
La empresa había ganado tiempo a fines de enero con los bancos para presentarles el 31 de marzo pasado un plan de pagos para refinanciar su deuda, que hoy asciende a unos $ 1000 millones. Sin embargo, con la entrada en vigencia del aislamiento obligatorio y el cierre de locales Ribeiro no concretó su propuesta. Ahora, conversa con las entidades para extender ese plazo, ante el cambio de contexto; evalúa, una vez que se flexibilice la cuarentena, cómo hará frente al plan de pagos.
Al 31 de diciembre, la mitad de su año fiscal, Ribeiro perdió $ 810,35 millones. Un año antes, el rojo había sido de $ 351,9 millones. Aún con inflación, sus ingresos cayeron: $ 2196,86 millones para el primer semestre de su ejercicio en curso, contra $ 3919,3 millones de un año antes.
El sector de electrodomésticos cerró 2019 en caída por segundo año, de 25% en unidades, ante la pérdida de poder adquisitivo, el alto costo de la financiación y la inflación; en 2018, la baja fue de 12%, según GfK.
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