Quién es y cómo piensa el "gurú feliz" que siguen Bill Gates y Mauricio Macri

Este "gurú del optimismo" se apoya en datos y estadísticas para traer a la luz los motivos del progreso humano. Es esa la razón por la que muchos lo tildan de "tecno-optimista". Por qué lo adora Bill Gates pero lo reprenden la izquierda y la derecha.

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Por mucho tiempo, la intelectualidad se alineó con el pesimismo. El rol de los pensadores fue el de alertar a las masas sobre los peligros que acechan a su propia existencia y dar buenas noticias era una tarea que excedía a la academia.

Ya lo dijo el crítico literario argentino David Viñas durante un improbable debate con la ex presidente Cristina Fernández de Kirchner en los años 2000, “soy un intelectual, estoy obligado a ser pesimista”.

Pero en los últimos años, al menos para uno de los 100 intelectuales públicos más importantes según la revista Time, el pesimismo crónico se convirtió en “progreso-fobia” porque esa actitud choca de frente con los colosales progresos que viene disfrutando la humanidad desde hace más de 100 años.

Se trata de Steven Pinker, psicólogo experimental canadiense, experto en psicolingüística, con alma mater en McGill, Harvard y el MIT. Hoy, más conocido como el profeta del progreso, se dedica desde hace años a evangelizar sobre lo poco que entendemos —y apreciamos— lo enorme del avance de la humanidad entera.

Lo que transmite Pinker para muchos es nuevo: a pesar de la indigencia, la inseguridad, los problemas económicos y la ansiedad que estos provocan, esta es la mejor versión de la humanidad que conocemos. Comprometido con la ciencia, el armamento de Pinker son las estadísticas —“además, está demostrado que la gente entiende y recuerda mejor lo visual que lo verbal”, explica— y los datos duros: desde los más comunes como el aumento de la expectativa de vida y el PBI, hasta otros contraintuitivos como el aumento sostenido del coeficiente intelectual y del tiempo de ocio junto a la caída de las muertes por incendios, ahogamiento o rayos eléctricos.

En un principio Pinker se dedicó a estudiar el lenguaje. Su disertación doctoral y gran parte de su investigación inicial se centraron en la cognición visual, la capacidad de imaginar formas, reconocer rostros y objetos y dirigir la atención dentro del campo visual aunque más tarde su trabajo viró hacia proyectos dentro de la psicolingüística, particularmente el desarrollo del lenguaje en los niños.

En este seno vieron la luz sus primeras publicaciones de divulgación, libros como “El instinto del lenguaje” (1994) y “Cómo funciona la mente” (1997). Sin embargo, la carrera de Pinker pegó un vuelco tras la publicación de su libro “Los ángeles que llevamos dentro” (2011). En este magnum opus, el científico encontró que los niveles de violencia en la sociedad vienen en caída desde hace milenios, “algo que yo mismo no estaba enterado sino hasta que comencé a investigar el tema”, reconoce Pinker, de paso por Buenos Aires, a Infotechnology.

En el libro se sostiene que la violencia, incluida la guerra tribal, el homicidio, los castigos crueles, el abuso infantil, la crueldad hacia los animales, la violencia doméstica, los linchamientos y las guerras internacionales y civiles disminuyeron en múltiples escalas de tiempo y magnitud. Dada la sorpresa de la sociedad respecto de estos datos, Pinker decidió ampliar su investigación a otros factores sociales para corroborar si la tendencia en la baja de violencia atravesaba la sociedad. Así nació su último libro, “En defensa de la Ilustración: por la razón, la ciencia, el humanismo y el progreso”(Paidós, 2018) y su cruzada personal para desmitificar a los heraldos de la catástrofe y entender por qué hoy es mejor que cualquier ayer.

“Los diarios podrían titular todos los días, desde hace 20.000 días, que ‘ayer salieron de la pobreza extrema 37.000 personas’. Pero eso no es mediático y entonces no se publica. En 1810, hace apenas dos siglos, el 95 por ciento de la gente era pobre y casi no podía comer. Hoy, solo el 10 por ciento está en esa situación. Nunca fuimos tan prósperos como en la actualidad, y cada vez lo somos más”, comenta Pinker en el Salón de los Científicos de Casa Rosada, donde fue invitado antes de su primera conferencia en el país, y agrega: “La tasa de homicidios en la Argentina es otro aspecto a remarcar. Aunque nadie lo crea, es la menor en América latina y está bastante cercana a la de los países del primer mundo”.

El progreso, para Pinker, nos ha hecho, en pocas palabras, más felices. "El 70 por ciento de las personas son felices en la Argentina. A pesar de todos los problemas sociales, políticos y económicos, la sociedad argentina es feliz. En una escala del 1 al 10, el país oscila entre los seis y siete puntos auto asignados”, confirma el autor.

Ilustración: Mercedes Mares

La respuesta a la pregunta

En su visión, el científico cree que hay una razón principal que explica el progreso universal: los valores de la ilustración.  Hay diferentes explicaciones para el progreso, explicó Steven Pinker en su exposición en el Centro Cultural Kirchner, en el marco del programa Argentina 2030 de la jefatura de Gabinete. “Algunas personas le dan sentido atodo a través del pensamiento religioso, reaccionario y tribalista. Se cree en esto y así se explica el mundo. Yo propongo una visión alternativa basada en los ideales de la Ilustración: la razón, la ciencia, el humanismo y el progreso”, explicó el científico.

“La razón es innegociable, hasta cuando damos razones para no ser racionales, la ciencia nos ayuda a entender para saber cómo mejorar porque la sociedad es inteligible. El humanismo pone en primer lugar el bienestar humano individual antes que la gloria de la raza o la religión y el progreso se puede alcanzar paulatinamente al aplicar la ciencia con humanismo”, enumera Pinker.

¿De quién quiere defender este científico militante a las ideas de la Era de las luces? “Algunos aspectos del liberalismo clásico corren riesgo. La corrección política, por ejemplo, es un problema grave en los Estados Unidos porque castiga la libre expresión y el debate abierto. El caso del ingeniero de Google, James Damore, puso de manifiesto que algunas ideas bien establecidas son hostiles. Las diferencias entre hombres y mujeres en STEM son claras y marcarlas no constituye sexismo.

Otra afirmación bien establecida que aún genera controversias es que el capitalismo funciona mejor que el comunismo. Es obvio a todas luces que los países capitalistas son más prósperos que los comunistas, pero expresar esto sigue generando rechazo”, desarrolla el lingüista. Otro de los ejemplos, bien cercano a la Argentina, es el del populismo ya que para Pinker constituye un retroceso político que está afectando a todo el mundo.

“Hace dos siglos, el 95 por ciento de la población era pobre. Nunca fuimos tan prósperos como en la actualidad y cada vez lo somos más.”

“El populismo es hacer política apelando a ser la encarnación del espíritu del pueblo. Es pensar que un líder carismático puede saber qué quieren todos. Trump demostró que el populismo está vigente y que además puede ser de derecha”, enfatiza el autor.

Pero no es solo la ciencia la que puede defender a la humanidad del progreso, sino también instituciones sociales como las empresas y los negocios. “El comercio es una de las fuerzas civilizatorias que propulsó el avance de la prosperidad y la paz en el mundo. Hoy, la gente demanda que respondan a más que los accionistas. El concepto de ‘capitalismo responsable’ es cada vez más fuerte. El caso de no contaminar indiscriminadamente es un ejemplo claro pero no es el único”, desarrolla Pinker.

Optimista pero no ciego, el intelectual remarca que “aunque sea innegable, el progreso no tiene que darse por sentado” y aun se reconoce preocupado por los grandes problemas, viejos y nuevos, que enfrenta la humanidad. “El armamento nuclear y las nuevas guerras de información y propaganda siguen siendo cuestiones serias, pero se irán resolviendo de a poco. Por eso es importante defender lo que nos ha llevado hasta donde estamos ahora, y hoy muchos autodenominados progresistas odian el progreso porque desprestigian a las instituciones que más han hecho progresar al mundo”, concluye el pensador, en tono más bien de cautela, como quien cuida algo frágil y valioso. 

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