"La noticia fue muy bienvenida. Habíamos estado trabajando durante meses en esto, de una manera reservada, obviamente", comentó el presidente Jair Bolsonaro tras recibir el apoyo de Estados Unidos para que Brasil ingrese a la OCDE, uno de sus principales triunfos en el frente externo. "Hay más de cien requisitos para que seas aceptado, estamos bastante adelantados. Más que Argentina", comparó.
Horas antes, la representación diplomática americana había comunicado en la reunión del consejo en París que: "Estados Unidos quiere que Brasil sea el próximo país en iniciar el acceso a la OCDE", y agregó que: "La decisión de priorizar Brasil es una evolución natural de nuestro compromiso, reafirmado por el secretario de Estado Mike Pompeo y por el presidente Donald Trump".
La elección de Brasil blanquea un cambio de prioridades en la agenda estadounidense que, hasta 2018 había decidido apoyar exclusivamente la candidatura argentina para luego ampliar su posición a la de Rumania. Brasil, que recién en 2017 decidió cambiar su postura histórica e iniciar el proceso de ingreso a la OCDE, había quedado en un tercer lugar.
De hecho, en octubre pasado, Pompeo envió una carta a Angel Gurria, secretario general de la entidad, en la que sugería como candidatos a la Argentina y Rumania. La ausencia de Brasil había generado críticas del gobierno, que luego empezó a despegarse de su 'alineamiento automático' con el presidente Trump.
"Ha sucedido que el gobierno de Alberto Fernández declaró que el acceso a la OCDE no se encontraba entre las prioridades en este inicio de mandato. Brasil sí lo ha convertido en una de las políticas prioritarias, sobre todo para apoyar el proceso de inserción de Brasil en el mundo y, en este sentido es que EE.UU. decide que el lugar de argentina sea ocupado por Brasil. Cambia la prioridad pero no deja de apoyar el esfuerzo que ha realizado la Argentina en los últimos 4 años", explicó Marcelo Scaglione, representante ante la OCDE del Ministerio de Hacienda, entre 2016 y 2019, a El Cronista.
Pero Bolsonaro –que dijo que entrar en la OCDE es como llegar a "la primera división"– evitó hablar de plazos y explicó que "no depende sólo de Trump. Depende de otros países". Y es que Brasil todavía tiene un largo camino antes de entrar al club de los países más poderosos: "El apoyo prioritario de EE.UU. a Brasil, en realidad, implica el de uno de los 36 países miembro. Vale igual el voto de los EE.UU. –que aporta un cuarto del presupuesto de la OCDE– que el de Islandia, el país más chiquito. Y como todas las cuestiones deben resolverse por unanimidad, es necesario que Brasil consiga el apoyo de todos los países miembro", explicó Scaglione . En este sentido, será fundamental ver cómo se posicionará la Unión Europea, que tiene 23 de los 36 países miembro.
Pero dado su carácter intrínseco de organismo cerrado –de hecho, en 60 años sólo 16 países pudieron ingresar– esto supone otra complejidad que es que cuando se abre, lo hace para varios países en el marco de un paquete. Por lo que los miembros también deberán decidir por unanimidad cuáles serán los otros países que acompañen eventualmente el ingreso de Brasil. "Eso es todavía una incógnita porque esta situación cambia el escenario", analiza el exsubsecretario que estuvo a cargo de liderar el proceso de acceso de Argentina a la OCDE.
E incluso, una vez que se aprueba el paquete de acceso eso no es una garantía absoluta ya que los países deben rendir exámenes en 23 comités y grupos de trabajo, en un proceso que demora años y puede ser alterado, además por cambios en el escenario geopolítico –guerras comerciales o conflictos bélicos, entre otros factores–, según apunta Scaglione. Colombia, por ejemplo, lleva 8 años tratando de ingresar.
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