¿Es una buena idea sumar 3.000 refugiados sirios? (veamos qué pasó acá nomás, en Uruguay)

El qué (ayudar a damnificados por la crisis siria) es incuestionable. El cómo genera muchas, muchísimas dudas, máxime luego de lo que sucedió en el vecino Uruguay, desde donde nos comenta la situación el amigo Flavio Olivier: “Resultó un negocio de perder/perder, todos enfrentados: gobierno, refugiados y sociedad en general”. Los 14 hijos y 10 cabras de Mere Alshibli, el sirio refugiado en Uruguay que se queja: en Siria vivíamos mejor.

Mere Alshibli, refugiado sirio.
Mere Alshibli, refugiado sirio.

-¿Tiene que ser un proyecto de todas las fuerzas políticas el de asilar a los refugiados sirios?
-Esto que estamos proponiendo es tan sólo una prueba para ver si es factible, porque 3000 frente a los contingentes de refugiados que hay en Europa en este momento... Lo tenemos que ver como una prueba, una demostración de solidaridad y de coherencia con la historia. La Argentina es uno de los lugares donde hay comunidades sirias más numerosas. Es más: yo estoy casado con una sirio-libanesa.

La respuesta de Macri en La Nación es 100% políticamente correcta, pero… escuchemos lo que nos cuenta Flavio Olivier sobre una medida similar tomada por Pepe Mujica en Uruguay.

“Cuando a Mere Alshibli, refugiado sirio, padre de 14 hijos (si, catorce) y dueño de 10 cabras (todo su capital) le preguntan sobre su situación en el país, en su idioma (se niega aprender español) dice:

“El Pepe Mujica es pura lengua. Todo caro, muy caro en Uruguay, en Siria vivíamos mejor…”

Alshibli forma parte de 44 refugiados recibidos por Uruguay en un programa que se completaba con 72 más, digo “completaba” porque un informe de cancillería los mandó al freezer y aunque gobierno afirma que “el acuerdo no se cae solo se posterga” parecería que el ánimo es cerrarlo aquí.

La verdad es que los refugiados generan “más ruidos que nueces”: sentadas frente de la intendencia, reclamos por más asistencia, inconvenientes en aceptar pautas sociales y de convivencia, negativa a colaborar, aprender un oficio, tarea o el idioma, denuncias por violencia de género que derivó en pulseras electrónicas y penas económicas… cualquiera pensaría que son delincuentes... no lo se, no los conozco.

Resulta evidente que las expectativas no se vieron satisfechas, si existiera un crash test para medir el impacto cultural/religioso otorgaría 0 estrellas.

En síntesis, resultó un negocio de “perder/perder”, todos enfrentados: gobierno, refugiados y sociedad en general.

Por un lado escuchás: “son unos ingratos, los salvamos de la guerra”, “qué los metan en un barco y los devuelvan”, “no fueron capaces de aprender hablar español y se quejan”, “¿qué pretenden, qué les matemos el hambre toda la vida” etc, etc…

Por el otro: “un disparate más de Mujica”, “un show montado para empujar al Pepe como premio Nobel”, “igual que con los expresos de Guantánamo y Alas-U, todas decisiones con fines electorales”, etc, etc…

Opiniones, opiniones y más opiniones…
Formo parte del colectivo que está sensibilizado por la tragedia de esta gente que perdió todo y se mantiene viva mendigando un lugar para hacerlo propio. Creo que hubo mucho voluntarismo y buenas intenciones pero con altas dosis de improvisación y superficialidad en su manejo que anuló resultados positivos.

¿Y ahora qué?... Ni idea, solo anticipar un capítulo más de desencuentros para dentro de 6 meses cuando les corten el apoyo económico y Alshibli quede solo con las 10 cabras, los 14 hijos y… puteando en varias lenguas.

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