El corazón de la vida nocturna cordobesa trae a los memoriosos innumerables boliches que dejaron huella, como Keops, Molino Rojo, Pizza Banana, Long Champs, El Coliseo, La Barra Boliche, Carreras… pero si hay un icono en la ciudad que se erige como un coloso que ha resistido el paso del tiempo es Juan. Fundado el 18 de noviembre de 1983 por Rafa Giordano, este emblemático lugar no solo nació al calor de la democracia argentina, sino que se convirtió en un refugio para generaciones que buscaban música, baile y buenos momentos. A sus 64 años, Rafa, un emprendedor incansable y apasionado, repasa su historia, las dificultades del rubro y el presente de un negocio que hoy tiene legado: su hija de 20 años, la famosa "heredera".
Los orígenes: de la música a un sueño colectivo
Rafa arrancó en las pistas en 1977, donde la democracia era tabú y a la tele a color todavía le quedaban 3 años para llegar. Junto a tres amigos —incluido su primo— se dedicaban a sonorizar eventos sociales con equipos de sonido e iluminación, un oficio que entonces llamaban "propagación". "Éramos cuatro inquietos con ganas de hacer algo", recuerda Rafa. Tras pasar por distintos lugares como DJ, desde Torremolinos hasta el Altillo, su vida dio un giro en 1982 al trabajar en Barbus, un pub que le abrió las puertas a una red de amistades y experiencias que lo inspiraron a dar el gran salto. Así, en 1983, en una casa ubicada en Maitén 7869, Villa Allende, nació Juan Boliche, coincidiendo con las elecciones que consagraron a Raúl Alfonsín como presidente.
El arranque, como todo negocio -y más de la noche- no fue fácil. Con más ganas que recursos, Rafa y sus socios en aquel entonces levantaron el boliche a pulmón. "No teníamos nada, solo trabajo y amigos que nos ayudaron con todo, desde pasar cables hasta arreglar el techo", cuenta. Aquel 18 de noviembre, entre el caos de los preparativos, Juan Boliche abrió sus puertas, marcando el inicio de una historia que ya lleva 41 años.
Una típica noche en los 80s.
Testigo de cambios, protagonista de momentos
El sector de la vida nocturna en Córdoba ha sido un terreno movedizo y Rafa lo sabe bien: la zona de boliches que alguna vez fue un hervidero en Villa Allende y alrededores decayó con el auge de Nueva Córdoba y el Chateau en los 90, y luego enfrentó la competencia de propuestas electrónicas y fiestas clandestinas. "Pasamos épocas muy malas", admite. Crisis económicas, cambios en los hábitos de salida y la llegada de nuevas generaciones pusieron a prueba la resistencia del negocio. Sin embargo, Juan Boliche sobrevivió gracias a una fórmula que Rafa define como "trabajo, creatividad, suerte y escuchar al público".
Rafa en un Fiat 600 sponsoreado por Juan Boliche.
A lo largo de los años, Rafa también exploró otros emprendimientos —bares en el Chateau, negocios de ropa en shoppings—, algunos exitosos, otros no tanto. "Me fundí en los 90 con lo de la ropa, pero es la vida del emprendedor", dice con una mezcla de resignación y orgullo. Pese a los altibajos, el boliche se mantuvo como su bastión, adaptándose a los tiempos sin perder su esencia: un lugar para adultos que buscan disfrutar en pareja, con buena música y un ambiente cuidado.
El presente: un clásico con legado
Hoy, Juan Boliche sigue siendo un punto de referencia en Córdoba, con un público fiel que creció junto al local. "Todos fuimos creciendo juntos", explica Rafa. Con unas 10 personas trabajando cada sábado —DJ, bartenders, personal de atención—, el boliche mantiene su impronta clásica, aunque abierta a las nuevas tendencias musicales, desde los 80 hasta algo de reggaetón actual. "Hay para él, hay para ella, hay para los dos", asegura.
La mítica pista, que ha visto pasar generaciones.
La heredera
Si existe otro hito en la vida de este DJ y empresario de La Docta es haber sido padre y crear así, la génesis de lo que será a futuro la próxima generación en Juan Boliche. Se trata de su hija, de 20 años que, desde hace un tiempo, poco a poco, está tomando las riendas del legado familiar. "Está totalmente involucrada, ella y su novio. Están acá todos los días", cuenta con entusiasmo.
La joven "heredera" promete mantener viva la esencia de Juan Boliche, aunque con su propio toque. "No va a ser igual, va a ser distinto, pero mejor", sueña Rafa, quien ve en ella una versión 2.0 de sí mismo. Mientras tanto, él sigue presente porque le gusta, pero cada vez más relajado.
La barra exterior, en otras épocas.
Un ícono que trasciende
Para Rafa, el éxito de Juan Boliche no se mide solo en números, sino en los recuerdos que dejó en su público. "Gente que se conoció acá, que celebró casamientos, cumpleaños de 15... Eso es el diploma a la trayectoria", dice emocionado. Aunque no planea retirarse del todo —"nunca me voy a retirar completamente", asegura—, ha vuelto a sus orígenes como DJ, musicalizando bares y disfrutando de la tecnología que hoy le permite explorar la música como nunca antes.
Con Opción C, un segundo local abierto hace 10 años que ofrece una experiencia diferente al local insignia y con la próxima generación en puerta, Juan Boliche parece tener vida para rato. En un rubro donde los nombres cambian cada ciertos años, este clásico cordobés sigue siendo un lugar donde la gente va a relajarse, bailar y, sobre todo, pasarla bien. Como dice Rafa: "Si vos me das una mano, yo te doy lo mejor para que disfrutes". Y así, entre sudor, lágrimas y mucha música, el legado de Juan Boliche sigue brillando en la noche de Córdoba.
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