Hace algunos años hacerse las uñas estaba reservado solo para ocasiones especiales, pero actualmente se ha convertido en una rutina. Y quizás también en un símbolo de poder.
“Las mujeres estamos dejando el ámbito doméstico y cada vez más nos ocupamos de asuntos públicos. Vernos bien es una de nuestras maneras de presentarnos”, dice para explicar el boom de las “manos” Johana Molinero, mentora de un centro de estética con características únicas en la zona.
Su local está en Río Segundo. Y aquí radica uno de sus diferenciales: no trabaja en casa (como muchas mujeres que se suman a este negocio), sino que tiene un local. Allí convive con otras ocho profesionales. Ofrecen servicio de uñas, cejas, pestañas, maquillaje, peluquería y próximamente masajes. Además dictan talleres y cursos.
Otra apuesta: el horario. Está abierto de 9 a 21, una excepción en esta zona, regida por el horario comercial que se discontinua durante la siesta. “Así le damos la posibilidad a muchas clientas que trabajan en horario comercial”, destaca Johana.
Nada es improvisado en su local. Detrás de cada decisión existe una mirada estratégica de negocio. Su marca se apoya en una consultora local, que la asesora en la organización del negocio. “Somos un equipo en constante capacitación, siguiendo las últimas tendencias en el mundo de la belleza”, dicen.
En ese acompañamiento surgieron nuevos desafíos. Al exponencial crecimiento de clientes que vienen experimentando, planean ahora sumarle una escuela de formación y franquicias.
“Queremos expandirnos. Estamos evaluando la posibilidad de abrir nuestros locales en la ciudad de Córdoba y en Oncativo. Necesitamos estandarizar algunos procesos. También, y aunque ya damos capacitaciones, pretendemos abrir una escuela de formación, con cursos y talleres durante todo el año”, dice Johana, decidida a dar el salto de emprendedora a empresaria.
2017: primeros pasos y algo inesperado
Como tantas personas que se inician en este negocio, Johana comenzó atendiendo en su casa, allá por 2017.
Fue luego de hacer un curso de maquillaje que su madre le había regalado en lugar del viaje de egresados a Bariloche, que no había podido hacer. Luego vinieron muchas capacitaciones más.
Entonces tenía también otro trabajo, por lo que repartía las tareas con una empleada.
De a poco, y fruto dice ella de hacer un trabajo de calidad, la demanda empezó a crecer. “Mi casa se empezó a llenar de clientas. Y comenzó a quedar chica. Además la compartía con mi pareja, por lo que surgió la necesidad de mudarme”, explica. Era 2020.
Como le iba muy bien renunció a su otro trabajo y se tomó unas vacaciones. Pero ocurrió algo imposible de prever: una pandemia y el posterior aislamiento.
Pasó de atender a decenas de personas por semana a no atender a nadie. “Me puse a vender barbijos y otros insumos útiles durante la fase dura de la pandemia. Mi negocio quedó paralizado. De alguna forma me tenía que salvar”, dice.
Cuando la cosa comenzó a flexibilizarse retomó la idea de abrir su propio local. Y en 2021 lo inauguró. Y de nuevo volvió a ocurrir algo sorprendente, pero esta vez más feliz.
Su cuenta de Instagram, hasta entonces con una cantidad de seguidores modesta, explotó de repente. ¿Qué ocurrió? Subió un Reel de sus comienzos y de su nuevo local, recién estrenado. Y llegó a miles de personas.
“Empezaron a llover los seguidores. Incluso hasta de otros países. Fue increíble”, recuerda.
Ahora su cuenta tiene cerca de 15 mil seguidores y dice que van por muchos más.
Algunos pecios
- Uñas lisa $2000 (Duran entre 20 días y un mes)
- Perfilado de cejas $1500
- Pies $2500
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