El restaurante El Puente en la ciudad de Pilar desafía el paso del tiempo. Se convirtió en una moda que no pasa de moda. Lleva más de medio siglo de servicio ininterrumpido, algo de lo que no tantos negocios pueden presumir. La clave: mantener su esencia.
La historia comenzó hace más de medio siglo, sobre la ruta 9, a metros del puente que une las ciudades de Pilar y Río Segundo. El lugar era de Rappetti, pero en 1972 Vicente Monzo (padre del actual dueño) lo compró, junto a dos socios. Más de una década después quedó a cargo Vicente.
Miguel Monzo, actual dueño del restaurante, cuenta que él se sumó recién en 1989. “Fue una época difícil, de mucha inflación, como tantas otras”, recuerda. Después pudieron repuntar y en 1996 Miguel y un socio se quedaron con el restaurante. Esa sociedad duró casi dos décadas. “Nos fue bien. Salimos adelante”, señala.
Más allá de los cambios de dueños, El Puente jamás cerró sus puertas ni perdió su esencia de bodegón. Miguel dice que su receta es simple: comprar calidad y mantener las puertas abiertas todo el año.
Pero eso no fue fácil. Tuvieron que sortear varias crisis, como cuando se inauguró la autopista Córdoba - Pilar, en 1999. Eso redujo fenomenalmente el flujo de automovilistas que pasaban por el frente del restaurante, que trabajaba principalmente con gente de paso.
“En esa época tuve que vender una camioneta. No cerramos porque no le pagamos el alquiler a mi viejo por un tiempo”, recuerda Miguel. Y agrega: “Después se acomodó. Y explotó después de la pandemia. Nunca vi tanto volumen de gente como ahora”, reconoce.
La carta de siempre
El lugar, que en algún momento fue famoso por el cabrito, casi no cambió su carta. “Seguimos haciendo cabrito, pero ya no tiene la demanda de antes, por eso lo ofrecemos solo los fines de semana. El clásico de hoy es el mismo de antes: asado y bife de chorizo. Alguna vez probamos con algunos menús más rebuscados pero no salieron”, apunta.
Miguel reconoce que la carta actual no tiene mucha diferencia con la de hace tres décadas o más. “Los pilares fueron siempre los mismos”, dice y revela quizás otra de sus claves: no cambiar.
Ediliciamente tampoco hubo grandes cambios. Respecto de la construcción original se sumó una galería. “También retocamos la barra e hicimos algunas refacciones adentro para que entrara más luz, pero todavía conservamos algunas mesas de cuando empezamos”, señala.
Por el lugar pasaron (y siguen pasando) distintos artistas como José Luis Perales, Horacio Guarany y el Chaqueño Palavecino. “A veces Guarany no se quedaba a comer pero frenaba a saludar al sereno del hotel, con el que se habían hecho amigos”, cuenta Miguel.
“Luisito”, el mejor mozo
Otra de las claves del lugar radica en la atención. El Puente tiene al mozo con el que tranquilamente podría ganar un concurso donde se elija al mejor mozo de Córdoba. Se trata de “Luisito”, que lleva más de 30 años trabajando allí.
Conoce los gustos de todos, hasta el de los viajantes. “Lo de siempre”, le suele preguntar a muchos de los clientes. “Nosotros venimos con mi esposa los fines de semana y nos sentamos en las mesas que ya sabemos que atiende Luisito. Da gusto como atiende”, dice Rubén.
Para Miguel Luisito es único. “Una de mis ideas es dejarle el restaurante a él”, cierra.
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