María Filomena, el emprendimiento que experimenta con aromas (y rescata recuerdos olvidados)

(Por Natalia Lazzarini) Desde hace 5 años, Carina Rivera combina esencias en sus difusores y blends que comercializa desde Laguna Larga. Asegura que el olfato es el más potente de los sentidos y que tiene la capacidad de conectarnos con la memoria. 

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El olfato es uno de los sentidos más potentes, aunque en estos tiempos prime lo visual. Un olor a comida casera que salga de una olla humeante nos puede remitir a nuestra casa natal. Así como el aroma que despide el protector solar en la piel nos puede recordar los días de verano. 

Carina Rivera, una emprendedora de 51 años de Laguna Larga, sabe que el olor a rosas es sinónimo de infancia feliz. Es que estas flores prevalecían en el patio de la casa de su abuela, María Filomena de Blas, en barrio Altamira de la ciudad de Córdoba. 

Allí Carina vivió hasta los 4 años y recolectó los recuerdos más hermosos de su existencia. Tiempos en los que su abuela tarareaba canciones, haciendo chasquidos con sus manos. Épocas en las que todo tenía olor a rosas. 

“Los perfumes tienen un lenguaje silencioso. Despiertan sentimientos o recuerdos que estaban dormidos. Cuando siento olor a rosas, recuerdo esos días felices en los que siempre quiero volver”, comenta Carina, desde el living de su casa en Laguna Larga, una localidad del departamento Río Segundo. 

Está sentada junto al mostrador donde se exhiben sus productos: esencias, perfumes y difusores que combinan aromas diferentes. Lavanda, tilo y bambú para relajar. Cítricos, lemongrass y verbena para activar los sentidos. “Este es mi refugio. Mi cable a tierra”, asegura. 

Aromas que curan 

En 1998, Carina perdió dos de sus seres más queridos. El 20 de agosto falleció su abuela. Cinco días después, su papá. 

Durante los años que siguieron, la mujer fue experimentando con distintos recursos para poder sanar el dolor que sentía. Hizo terapia, estudió violín y se refugió en la lectura. Hasta que descubrió en los aromas un recuerdo potente. “Los perfumes me llevaron a un proceso de sanación –asegura–. Después de un largo camino, logré el bienestar”. 

Carina comenzó a experimentar con distintas esencias. Se capacitó en Córdoba y Buenos Aires en aromas, fragancias y velas. Adquirió conocimientos sobre estimulación cognitiva de la memoria, que le servirían para dar cursos después.

El emprendimiento lleva el nombre de María Filomena, en honor a su abuela inmigrante que tarareaba canciones. Las rosas constituyen la identidad visual de la marca. 

Las esencias de base y el alcohol de perfumería fina son sus principales materias prima. Después utiliza distintos elementos que ayudan a perdurar las fragancias. Además de las varillas para los difusores, utiliza flores de ratán que van unidas a las esencias mediante un cordón que hace que el perfume suba y permanezca. 

En su show room de Laguna Larga recibe a sus clientas que aportan experiencias. Como trabaja también con recargas, cada una puede traer un envase que tenga alguna connotación familiar o que despierte una emoción. Llenarlos de perfume activa el sentido del olfato y mantiene viva la memoria.