El pasado lunes Tomás Luna (18) se recibió de campeón. Ese día tuvo su acto de colación. Y fue distinguido con el mejor promedio de toda la escuela: 9,75.
La libreta del séptimo año fue perfecta. Obtuvo 10 en todas las materias. En diálogo con InfoNegocios, contó que la nota más baja que obtuvo en todo el secundario fue un 7, en Educación Física.
Como si el logro no fuera suficiente, Tomás fue elegido por los demás estudiantes como Mejor Compañero. Cursó sus estudios en el Ipet 62 Alvarez Condarco, de Río Segundo.
Según declararon los docentes y compañeros del joven, siempre estaba disponible para los demás. “Es excelente”, coinciden. Como sus calificaciones.
Estudiar y trabajar de cajero
A Tomás no le sobraba tiempo para estudiar. Todo lo consiguió mientras trabajaba como cajero en un supermercado de la ciudad de Pilar, donde vive con su mamá y hermanos.
Además, en su casa, y dado que no tiene una habitación solo para él, estudiaba en la cocina, por lo general a la noche, mientras los demás dormían.
“Quiero ser médico y necesito plata para prepararme en una institución para el cursillo de ingreso, que no es barato, por eso me puse a trabajar”, cuenta. El 4 de enero empezará a viajar a Córdoba todos los días, durante dos meses.
Asegura que “siempre” quiso ser médico. Y dice que se va a especializar en pediatría. “A los niños es a los que más hay que cuidar”, piensa.
El joven, que habla con la madurez de un adulto, cuenta que lo que llegó a ahorrar trabajando le alcanza para los pasajes y apenas algo más. Igual, una docente del colegio donde estudió lo está ayudando. Y dice que si no le alcanza la plata no tiene problemas en ponerse a trabajar de nuevo. “Tengo las puertas del súper abiertas. Lo que pasa es que no me dan los horarios”, explica.
La historia de Tomy
Tomas tiene cuatro hermanos. Salvo el más chico, que todavía va al colegio, los demás optaron por dejar los estudios y se pusieron a trabajar.
Cuando tenía dos años, falleció su papá. Entonces se fue a vivir con la familia de su tío, al que adoptó como papá del corazón. Eso lo llevó a apartarse de su madre y de sus hermanos.
Pero en 2016 volvió a la casa de su mamá, tras el fallecimiento de su tío. “Fue mi papá”, dice. Cuenta que tras esto se sintió muy triste y enojado, y pensó en dejar el colegio.
“Con el tiempo entendí que eso me haría peor. En ese momento estaba muy enojado. Las pérdidas me hicieron temer al abandono. Pero cada vez voy entendiendo más para qué pasan las cosas”, dice pese a su juventud.
Asegura que dentro de seis o siete años estará trabajando “a full” como médico. “Soy un luchador y quiero ser alguien en la vida”, dice.
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