Desde varios siglos antes que los españoles llegaran a América, los indios Arawak y los Taínos, cultivaban y fumaban las hojas de tabaco en la Isla La Hispaniola.
Esta isla es la segunda en tamaño del Mar Caribe después de Cuba. Un tercio de la misma corresponde a Haití, mientras que los dos tercios orientales corresponden a la República Dominicana.
Históricamente el tabaco que se cosechaba en Dominicana era menospreciado por su falta de fortaleza y era exportado mayoritariamente a Estados Unidos y Europa para la producción de cigarrillos y cigarros mecanizados.
Esta situación cambió sustancialmente luego de la Revolución Cubana y el posterior bloqueo comercial de Estados Unidos a Cuba: la primera produjo el éxodo de muchos fabricantes de puros, de los cuales la mayoría eligió a Dominicana; y el posterior embargo de los americanos desvinculó a Cuba de su principal consumidor, lo cual motivó el escape de muchos operarios conocedores de los distintos oficios que se conjugan en la industria de los puros.
De esta manera la industria de los puros comenzó una carrera que hasta hoy en día sigue creciendo año tras año. Actualmente, con casi 360 millones de cigarros anuales, Dominicana es el primer productor mundial de puros de calidad, dentro de los cuales casi 100 millones son torcidos a mano artesanalmente contra los casi 60 millones de semejantes características que produce Cuba.
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