Los datos me los pasa Tomás Méndez y los realizó Alejandra Di Natale, una profesional mendocina “no contaminada” (en el mundo de las encuestas las operaciones y contra-operaciones son moneda corriente, dicen).
Ahí se muestra que -en una muestra amplia, con 900 casos en la ciudad y un margen de error de 3,3%- Tomás puede complicar el mapa electoral en la ciudad.
La clave sería que el periodista no apareciera vinculado a un espacio K, una sector “piantavotos” entre los cordobeses (hasta el punto que Eduardo Accastello no usa el sello del Frente para la Victoria sino Córdoba Podemos).
Así las cosas, en un escenario sin Méndez compitiendo, Olga Riutort arranca con excelente piso de votantes, superando a Mestre incluso, y pulverizando a Dómina, un gran tipo y excelente historiador, sin llegada a la gente.
Pero con Tomás lanzado, los datos cambian y podríamos ingresar a un terreno pantanoso: que el nuevo Lord Mayor de la ciudad apenas tenga 3 de cada 10 votos e incluso 2 de cada 10 votantes habilitados (se sabe que sólo vota un 70% del padrón).
Sin duda (y porque vamos corriendo la historia desde atrás), si se verifica una realidad como esta, estaremos discutiendo la necesidad de una segunda vuelta (como en CABA) que revalide el candidato más votado y lo legitime a la hora de gobernar la ciudad que Luis Juez y Rubén Daniele se encargaron de convertir en un conjunto de soviets del Suoem, ya de por sí casi ingobernables.
Posdata: Aunque votaría otras opciones, la mayoría cree que ganará Mestre, algo que desde la oposición al actual intendente atribuyen a su fluida relación con La Voz del Interior, Cadena 3 y los noticieros televisivos.
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