“El informe Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) refleja la evolución mensual de la actividad económica del conjunto de los sectores productivos a nivel nacional. Este indicador permite anticipar las tasas de variación del producto interno bruto (PIB) trimestral”, explica el Indec sobre este indicador clave cuya variación a marzo pasado fue difundida ayer.
Ahí se ve que la economía venía perdiendo fuerza: tras crecer casi un año a tasas interanuales superiores (casi siempre) arriba del 3%, en marzo solo subió 1,4%.
En esa dinámica, el crecimiento del PBI iba más camino a un 2% en el año (con mucho arrastre estadístico), pero la devaluación de mayo podría achicar aún más el pronóstico.
Pero hay una paradoja: hasta marzo, el campo (castigado por la sequía) se contraía 5% y seguramente cobrará bríos en la segunda mitad del año, con los mejores precios relativos que implica la devaluación.
A la inversa, el resto de los sectores que empujaban la actividad sentirán el parate de la devaluación y en esa tensión de fuerzas el agregado del 2018 podría quedar bien cerca del 0%, es decir, un año en el que repetimos la misma producción de bienes y servicios que el año anterior. Una año -en términos de crecimiento- perdido.
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