Ingratos somos. Nos acordamos de la batería cuando dejamos luces prendidas o -ya por cansancio- se agota y “nos deja a pata”. Condenada a ser un commodity bajo el capot de los autos, las baterías son un negocio cruzado por multinacionales de peso (mayormente brasileras) y pequeñas empresas locales.
Y aunque las hay de todos los tamaños (cada modelo, casi, tiene la propia), un valor promedio ronda los $ 1.300 al público, aunque con muy interesantes márgenes para su cadena comercial.
Más allá del mercado que provee a las terminales (unas 650.000 unidades en un mercado como el de este año), la reposición es un negocio muy interesante: sobre un parque automotor de 10 millones de unidades y una duración promedio de 3 años por batería, el cálculo dice que no menos de 3 millones de unidades por año.
Lorena Pronotti de Moura estima que Córdoba tiene un mercado de reposición anual de 500.000 unidades, donde esa marca brasilera muerde un 15%, unos puntos por arriba del share nacional de la marca.
Con planta industrial en Pilar (Buenos Aires), Moura equilibra las importaciones que también trae de sus dos centros industriales en Brasil.
Ahora lubricantes
La novedad de la marca, recientemente anunciada en Brasil, es que ingresará al mercado de los lubricantes, un producto que comparte canal de distribución con las baterías.
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