Los cordobeses celebramos cada nueva propuesta gastronómica que surge en medio de nuestros paisajes (que tan castigados están este año por los incendios) y nos vamos enterando de nuevos lugares que combinan montaña, buena cocina y ambientes relajados. Este es el caso de Vientos del alma, que hoy es uno de los lugares más concurridos de la zona de La Calera y Villa El Diquecito.
Este refugio situado en el medio de las montañas empezó siendo un quincho de reuniones para festejar fechas patrias y peñas entre amigos, y luego sus dueños lo convirtieron en un hermoso restó que combina a la perfección el arte y la buena cocina. Se puede disfrutar de una merienda, almuerzo y pasar unas horas al aire libre rodeado de las sierras, como así también reservarlo para comidas familiares.
“Este lugar se fue dando por la sucesión de reuniones de amigos, ellos fueron los que nos impulsaron; comenzamos con cumples, casamientos, locros patrios, peñas entre amigos. Ninguno de los dos somos chef, sí somos apasionados y autodidactas, pero también nos preparamos; a Lali le gusta hacer lo dulce y a mí lo salado, compartimos muchas ideas y recetas con cocineros y chefs amigos, que nos enseñaron mucho”, comentan Diego Assumpcao y Lali Borgogno, sus dueños.
Lali, quien prepara sus propios blends de té, detalla: “Las tardes otoñales nos inspiraron en su momento, queríamos hacer algo diferente para esta zona de las Sierras Chicas, las meriendas me encantan, el té, el mate y la mezcla de sabores. La idea es que mientras charlan y se distienden, vivan una experiencia de sabores y texturas, que van desde lo dulce, pasando por el agridulce para finalizar con un tapeo salado y caliente. Siempre acompañado de nuestras infusiones y aguas saborizadas naturales”. Lo que enseguida pegó en la gente local que estaba en busca de lo nuevo constantemente.
Este negocio se hizo a pulmón y con buen gusto. El restó solo atiende a 30 cubiertos, para poder generar esa interacción entre los invitados y sus dueños, incluso, charlar, compartir una copa de vino o una taza de té en el parque. “Mientras estás aquí, Vientos, también es tu casa”, expresa Diego, y eso realmente lo hacen sentir.
El ambiente combina el arte y la cocina -en esta familia siempre estuvo el diseño presente-. Diego estudió arte en Paraná cuando era niño, y ambos estudiaron arquitectura en Córdoba. Además, están rodeados de muchos amigos artistas, así que la estética invade cada rincón de este hermoso lugar. Incluso sus hijas, ya disfrutan de eso y hasta se aventuran a la fotografía.
Este es un emprendimiento familiar, así que sus hijas también colaboran. Mora y Lena están atentas a todo y colaboran con los detalles, en la cocina y la atención, y como todo joven, están obviamente manejando las redes sociales del lugar. Al respecto Lali explica: “Nuestras hijas, creo que le aportan esa magia de que, si todos damos un poquito de cada uno, las cosas son más fáciles”.
El fuerte de la cocina son los platos de olla, la variedad de carnes y la carta que va cambiando cada fin de semana, los postres son una delicia y los agridulces, ¡chapeau! También las entradas gourmet marcan la diferencia. Ellos cultivan su propia huerta y aquí no se venden gaseosas, la onda es más bien lo natural.
Cuando les consultamos ¿por qué creén que lo eligen?: “Creemos que por la simpleza, muchos nos han dicho que los hacemos sentir como si estuvieran en sus propias casas o como si nos conocieran desde hace años”, ¡y puedo dar fe que es así!
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