En efecto, cuántas veces se ha visto atrapado en el deseo de comprar un producto o servicio, sabiendo que no era lo más conveniente para su economía del momento y sin embargo terminó ejecutando la operación de consumo diciendo: ¿al final, para qué trabajo?
Sin embargo, lo interesante del caso es que este mismo argumento no lo utilizamos para pensar en el ahorro o para aumentar nuestro capital de inversión futura, buscando nuestra independencia financiera. ¿Por qué será así?
Mi respuesta a ello es que el consumir nos gratifica de manera inmediata, en tanto que el ahorrar no, por lo cual la competencia pasa a ser despareja en nuestro estado emocional si no educamos nuestra cultura financiera.
Y, entonces, al final, ¿para qué trabajo?
Si su perfil es el de un consumista, sepa que está trabajando para el sistema y su horizonte de satisfacción es muy cortoplacista. Si, por el contrario, su perfil es de ahorro, entonces sepa que está trabajando para su libertad financiera. Sin embargo, este último caso deberá tener paciencia, y si bien los resultados se verán más tarde, serán mucho más perdurables y sustentables. Es bueno que reflexionemos…
Al final, ¿para qué trabajo? (cultura de consumo versus cultura de ahorro... ¿de qué lado estás vos?)
(Por Ruben J. Ullúa - Asesor y Analista de Mercados Financieros) Supongamos que te ganas $ 1.000 en un sorteo y, sin embargo, te proponen las siguientes dos alternativas de paga:
a) cobrar los $ 1.000 de una sola vez en efectivo y en el momento
b) cobrar $ 1.200 pero recién un año más tarde (el premio con un 20% de interés)
¿Qué opción tomarías?
Quién tenga un perfil consumista, no cabe duda que tomará la primera alternativa, mientras que aquella persona con cultura financiera y de ahorro entenderá fácilmente que la segunda alternativa es la mejor opción.
Vivir en un mundo consumista no es fácil, y en la medida que no dediquemos un tiempo en fortalecer nuestra educación y cultura financiera, seremos una presa más fácil de atrapar por el sistema.
La cultura consumista tiene el poder de la satisfacción a corto plazo, en tanto que la cultura del ahorro tiene el poder de satisfacción a mediano y largo plazo. Este es quizás uno de los motivos por el cual nos resulta más fácil consumir que ahorrar.
(El desarrollo del concepto en nota completa)
Tu opinión enriquece este artículo: