Los empleados municipales esperan con impaciencia el traspaso municipal. La ruptura del diálogo en la mesa de transición integrada por los elegidos del intendente saliente y de su sucesor aumentó la incertidumbre. El equipo de Martín Llaryora trazó un panorama sombrío, carente de datos.
En el Suoem dan por descontado que el peronismo tomará sus primeras medidas en el marco de la emergencia económica. Intuyen que el próximo intendente hará foco en dos frentes. El primero, metodología de negociación salarial; el segundo, planta de personal.
Antes de la salida del histórico referente de los estatales de la ciudad, Rubén Daniele, cerró con Ramón Mestre un reajuste salarial mensual y automático, que se calcularía con base a cinco índices oficiales de inflación. La modalidad evitaría el desgaste político y su impacto en la normal prestación de servicios que supone la pulseada entre el Ejecutivo y el Suoem en años de imparable aumento de precios. Cierto es que los ingresos deberían mantenerse constantes para garantizar los desembolsos.
La gestión en espejo que se promete entre los nuevos inquilinos del Palacio 6 de Julio y el jefe del Panal, Juan Schiaretti, y los acuerdos cerrados con el SEP y la UEPC, dan un pantallazo de lo que Hacemos por Córdoba pretende para un año duro. Además de pagar sueldos, el peronismo debe asegurarse el bastión con mejoras en los servicios y con obra pública. Los extremos, aplicados en el caso municipal, se repelen si se tiene en cuenta la alta dedicación de los ingresos al pago de haberes.
Como sea, el Suoem espera ganar tiempo y ya perfiló su estrategia. Elaboraron un informe que, curiosamente, le da la razón al radical que jubiló a su líder. “La Municipalidad no está quebrada”, concluían fuentes sindicales cercanas a Recursos Tributarios, donde tienen el pulso real del estado municipal.
El informe coloca cifras que mostrarían un aumento de la recaudación, en especial de tributos como Comercio e Industria y Rentas Generales. “La deuda no es de cinco puntos del PBI como la de la Provincia y Mestre inaugura una obra por día”, la sorpresiva defensa al mestrismo del Suoem.
¿Por qué el sindicato coincide con Mestre? Los dirigidos por Beatriz Biolatto y Daniel Fernández esperan mantener las condiciones de negociación vigentes: a la actualidad, las partidas salariales se reactualizan por el mix de índices de inflación cada dos meses. Por ahora, no estarían dispuestos a renunciar a la cláusula gatillo como lo hicieron sus pares provinciales. El acuerdo vence en enero de 2020 y esperan sentarse a la mesa de negociación a más tardar en febrero.
Por supuesto, que desde el llaryorismo lo largan pistas sobre la estrategia. Fundamentan el hermetismo en la ausencia de datos básicos como, por ejemplo, la ejecución presupuestaria.
Contratados
Varios miembros del equipo de Llaryora dicen tener en sus manos listados de contratados cuya permanencia se analizará caso por caso. O bien, porque sus expedientes se hicieron durante la transición o porque hay dudas sobre su necesidad en el municipio. “Llaryora no irá al choque, los empleados que trabajan se tienen que quedar tranquilos”, resumía una importante fuente del próximo gabinete.
El Suoem cree que en situación de riesgo se ubican 2.000 becarios, monotributistas y contratados. Reconocen que darán pelea, pero pondrán sus esfuerzos en la continuidad de los artículo 8, ese umbral de acceso al municipio fundamental para quedarse si transcurre más tiempo del previsto para la actividad que se requería cubrir.
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