Para algunos, la garantía es un papel con fecha de vencimiento que viene doblado dentro de la caja de un electrodoméstico. Para otros, es una cara conocida. Alguien que les dice qué es lo mejor para ellos. Que eso que eligieron del mostrador lo tendrán ese mismo día en sus hogares. Y que, en caso de desperfecto, Dios no quiera, tendrán dónde reclamar.
En el departamento Río Segundo hay varias "caras-garantías". Una de ellas es la de Mauricio Wolfel (43), un pilarense que pasó de vender celulares Nokia 1100 a grandes electrodomésticos. Un comerciante que arrancó en el rubro de la telefonía móvil (en las épocas de CTI) y que ahora incursiona en los artículos para el hogar.
"Toda la zona de Pilar está creciendo. Hay muchos planes de vivienda y casas nuevas. Si bien muchas familias ya tienen sus cosas, otras arrancan de cero y entonces necesitan un calefactor, una heladera o un aire acondicionado. Nosotros queremos estar en esas casas porque sabemos que, cuando uno construye, pone todos sus sueños", relata Mauricio con voz pausada.
Primeros pasos
Mayor de cinco hermanos, de chico incursionó en el rubro de los electrodomésticos en el local “Dulce Hogar” de Jorge, su papá. De a poco, iba adquiriendo sus primeras armas en el arte de vender y vencía su timidez detrás del mostrador.
Años más tarde, con la irrupción de los primeros celulares, comenzó a vender teléfonos, planes y accesorios de la entonces compañía CTI. Se asoció con sus hermanos Maximiliano y Germán, con quienes abrieron cuatro locales en Pilar, Río Segundo, Laguna Larga y Oncativo.
“Vendíamos el Nokia 1100, que era furor”, recuerda con una sonrisa.
Tras poner fin a la sociedad, decidió quedarse con el local de Pilar, comprar luego el de Río Segundo y abrir otro en Luque, donde no le fue bien. “No todo es triunfo en la vida. No pude controlar bien el negocio de Luque y comenzó a dar pérdidas. Después de un año y medio, decidí cerrar”.
La experiencia le enseñó que muchas veces conviene achicarse para poderse organizar. En cambio, como todo en la vida, en otras ocasiones se puede ampliar.
Aunque siempre está atento a las señales oscilantes de la economía del país, el principal motor de su crecimiento se encuentra dentro de su propia casa: “Tuve que ampliarme por necesidad, porque la familia crece. Mi hija menor, Josefina, fue el motor para que lleguemos a los electrodomésticos”.
“Voy del Mauri”
La tecnología fue dando pasos agigantados. Los teléfonos fueron evolucionando hacia formas más maleables, con cada vez más funciones. Pasaron a formar parte de nuestras vidas, como una extensión de la mano, tan necesarios como supo ser el reloj pulsera.
Mauricio optó por los liberados y comenzó a tratar directo de fábrica. “Dentro de la venta de celulares, tenía muchos conocidos. Iba subiendo historias por WhatsApp con algunos productos y los vendía. Hacía una preventa y me iba bien”.
Un robo inesperado, a fines del 2020, lo impulsó a sacar sus ahorros de su casa e invertir en un negocio más grande. Después de 20 años, junto con su mujer, Rebeca Gorn, decidió mudar la empresa Wolhouse a un local ubicado en Mitre 776, Pilar, donde también ofrecía artículos para el hogar.
El local les quedó chico. A comienzos de este año, la familia abrió uno nuevo en calle Cochabamba 580 (Ruta 13) donde antes funcionaba una pinturería. Y pese a los vaivenes del país, crecieron y surfearon con éxito las turbulentas olas de la economía nacional. Ya son tres las sucursales de Wolhouse, incluido Río Segundo.
La herramienta “E-Check” les posibilitó comprar productos a los proveedores y pagarlos a 30, 60 o 90 días, una vez que ese artefacto se vendiera. De esa manera, mitigan los efectos de la inflación. En la última corrida del dólar, bajaron los precios de sus productos, tomando como referencia el valor más bajo que encontró en Mercado Libre.
La familia planea ahora vender electrodomésticos a todo el país, a través de una página web, y sumar rubros, como muebles o colchones. Seguir apostando a la confianza que genera en los clientes. Aquellos que, al momento de sumar un producto para sus viviendas, dicen sin titubear: “me voy del Mauri”.
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