Quizás no todas las vidas tengan los ingredientes necesarios para una biografía. En cambio, a otras no les falta ningún condimento para ser contadas. Tal podría ser el caso de Oscar “Pupi” Scorza. Una vida en la que entran muchas vidas.
Se trata, sin dudas, de un verdadero “personaje”, como se conoce especialmente en los pueblos a aquellos sujetos que, por sus cualidades u otras actitudes, sobresalen del resto.
Podemos afirmar, sin riesgo a equivocarnos, que Scorza es un empresario exitoso. Pero también es más que eso. Es un aventurero. O, dicho con sus propias palabras, “un chiflado, como mi padre”.
Fundó varias empresas, algunas en el exterior. Se metió en el mundo de la gastronomía y de la hotelería. Abrió una universidad. Y hace algunos meses compró dos aviones de pasajeros que luego convirtió en boliche bailable y salón de fiestas, únicos en el país.
Ese carácter lo lleva a nuevos desafíos: ahora pretende ser el intendente de Oncativo, la ciudad del departamento Río Segundo a donde nació.
Pese a todo lo que hace, asegura que le queda tiempo para sus hijos y sus amigos. Y también para, de vez en cuando, ir a pescar. Una de sus pasiones.
¿Cómo lo logra? Responde así: “Para tener tiempo es necesario saber delegar, formar equipos y confiar en la gente”.
Scorza lleva una vida vertiginosa. Tanto que por mes su vehículo le marca que hace diez mil kilómetros.
Arranquemos por el comienzo: su infancia
A Scorza le pasó lo más doloroso que le puede ocurrir a un niño. Cuando tenía 9 años sus padres fallecieron en un accidente de tránsito.
“A mis hermanos y a mí nos criaron primero mis abuelos. Y después quedamos a cargo de mis padrinos de bautismo”, recuerda Oscar.
El matrimonio no tenía hijos, así que Oscar y sus hermanos fueron tratados como tales. Se trataba de un matrimonio amigo de los padres de Scorza.
Esa historia quizás moldeó una de sus facetas, de la que no reniega. “De chico fui dañino, pero nunca malo”, reconoce. Pese a todo, ahora recuerda su infancia como algo “lindo”.
Cuenta por ejemplo que, como no le gustaba estudiar, dejó el colegio en cuarto año. “Además me tuve que poner a trabajar”, agrega.
Arrancó vendiendo autos. Después se hizo cargo de la vieja fábrica Scorza (dedicada a la fabricación de equipos de higiene urbana), en sociedad con su hermano y sus hermanas. Allí dio sus primeros pasos en el área de producción, pero le gustaba más la parte comercial. “Siempre intenté que nuestra empresa fuera internacional”, apunta.
Con esa visión logró uno de los grandes hitos de la empresa. Fue en 1999. Ese año abrieron la firma Scorza en Brasil.
Más tarde vendría una ruptura, que lo obligó a empezar de nuevo. En 2003 la sociedad con sus hermanas se disolvió. Todo terminó mal, tanto que desde entonces no volvieron a hablarse. “Gracias a Dios nos ha ido bien a todos”, dice.
En ese tiempo también falleció el hermano de Oscar, en otro accidente de tránsito. Igual que sus padres y un tío.
Nace Econovo
De la ruptura societaria con sus hermanas nació Econovo. “Arranqué de cero. Un cuñado me prestó plata para viajar a Buenos Aires”, dice.
La nueva firma, dedicada a la fabricación de equipos industriales, arrancó con una oficina sobre la ruta 9. “Después me fui a la vieja estación de servicios. Y en 2012 me mudé a la autopista. El predio tenía 1.900 metros cuadrados”, recuerda Scorza.
Hoy Econovo tiene casi 15 mil metros cubiertos. Allí trabajan más de 200 personas. Factura unos $ 4.500 millones por año.
Según confía Scorza, Econovo nunca va a parar de crecer. Hace cuatro años se sumó al staff su hijo, que llegó para agregar profesionalismo a la firma. “Es un genio trabajando”, destaca Oscar..
Hace poco Econovo logró entrar en el mercado de los Estados Unidos.
Para Scorza una de las claves del buen desempeño de su empresa es el trato con los empleados. “Tengo buena relación con todos. Cuando vienen los extranjeros y ven cómo me manejo con los empleados no lo pueden creer”, señala.
2023: el sueño de ser intendente
Como si a su vida le faltara algo, Scorza se puso ahora otro desafío: ser el próximo intendente de Oncativo. Para ello armó un partido vecinal.
De movida propone algo disruptivo: donar su sueldo y parte de la dieta de sus concejales. “Ser intendente es un legado que me pide mi viejo, que tanto hizo por Oncativo. Él era un chiflado como yo”, dice. Y agrega que, como su padre, pretende seguir haciendo cosas por la ciudad.
Oscar piensa que la experiencia en el ámbito privado es trasladable al ámbito público. “Los políticos dicen que es diferente, pero para mí es igual. Quiero dejar en cuatro años de mandato un legado para los próximos 30”, dice.
Entre sus objetivos asoma el deseo de hacer de Oncativo una ciudad turística. También propone dotar a la ciudad de transporte urbano.
En salud planea ofrecer un servicio domiciliario a los adultos mayores. Además, pretende que el hospital local funcione también como escuela.
Y dice, sin pelos en la lengua, que en los primeros tramos de su gestión creará 200 nuevos puestos de trabajo privado.
Sobre seguridad, uno de los temas más sensibles para los oncativenses, propone recuperar la escuela de suboficiales. Y volver al patrullaje a caballo. “Necesitamos mucha presencia”, dice.
También planea abrir un centro de recuperación para adictos, en una escuela de campo.
“Además vamos a convertir el sistema de recuperación de basura, para crear microemprendimientos”, señala.
Pingpong
¿Por qué te metiste en política?
Me metí para dejarle a mis nietos un futuro diferente. Quiero transformar la ciudad.
¿Para qué sirve el dinero?
Para pocas cosas. La más importante, para disfrutarla con la familia y con los amigos.
¿Qué macanas te mandaste en tu vida?
Creo que por poner tanto esmero en el trabajo descuidé un poco a la familia. No tuve todos los días con mis hijos. Vivía viajando. Igual tuvieron una madre maravillosa. Pasamos poco tiempo, pero de calidad.
¿A quién extrañas?
A mis padres. Cambiaría cualquier cosa por volver a hablar diez minutos con mi viejo.
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