Acaban de cumplir sus primeros 26 años en el país con un escenario muy alentador puertas adentro: 70.000 estudiantes activos; más de 80 carreras de pregrado, grado y posgrado; una novedosa perspectiva de “educación positiva” y muchos planes a corto y mediano plazo. Estos temas y el desembarco en países limítrofes y nuevas carreras en Un Café con... María Belén Mendé, rectora de la Universidad Siglo 21 en el SUM de Cardinales Nuevo Suquía.
Julieta Romanazzi: Es una universidad con 26 años en Córdoba y en el país, ¿es la universidad privada con más pisada, con más presencia, en el territorio nacional?
María Belén Mendé: Sí, la universidad es una universidad joven, acabamos de cumplir 26 años. Siglo 21 empieza con una mirada disruptiva en Córdoba, para ser parte del sistema universitario educativo cordobés. Y en los últimos 15 años desarrolla su misión en Córdoba y fuera de Córdoba convirtiéndose en una universidad federal. A mí me gusta mucho decir: con origen cordobés pero con impacto en el país. Hoy estamos en 350 lugares en Argentina. Es la universidad privada con mayor cantidad de alumnos en el sistema. Estos son datos oficiales. Una universidad de 70.000 alumnos en toda la Argentina.
JR: ¿Activos?
MBM: Activos, por supuesto. Más de 50.000 graduados. Y nuestra misión se ha ido multiplicando y también regionalizando, entendiendo cuáles son las demandas y las necesidades de los profesionales en cada uno de los rincones del país.
JR: ¿Cómo está compuesta la oferta académica hoy? ¿Y en qué modalidades?
MBM: Tenemos una oferta hoy de más de 60 carreras de grado y de pregrado, una oferta de posgrado de 20 carreras y algo que el mundo educativo le llama la educación continua (a nosotros nos gusta decirle aprendizaje para la vida) que tiene 150-170 programas que tienen que ver con las competencias para el mundo del trabajo, para las organizaciones y para las empresas.
JR: ¿Cuáles son las principales áreas de la oferta educativa?
MBM: Esta oferta se desarrolla en cuatro grandes vertientes: las carreras asociadas a los negocios, al management y a las empresas; las carreras de las ciencias sociales, las carreras de educación, de Ciencia Política, Relaciones Internacionales, Administración Pública; un componente fuerte de las Ciencias Aplicadas: los diseños y la innovación, y todas las ingenierías no tradicionales que la universidad tiene como ingeniería en transportes y caminos, en ciudades inteligentes; y un componente muy fuerte en el ámbito del Derecho y de las ciencias jurídicas. Y desde el año pasado, año de pandemia, comenzamos a desarrollar lo que es un proyecto muy relevante para nosotros también en el futuro que es la salud y el bienestar. Y en esa rama tenemos carreras de Kinesiología, Nutrición, Gerontología y vamos, por supuesto, por Medicina, Enfermería y Psicología, que es una carrera muy fuerte dentro de la universidad, pero mirando también la necesidad del mundo de ocuparse del bienestar y la salud de manera preventiva y también de manera reactiva.
JR: ¿Para cuándo planean incorporar la carrera de Medicina? ¿Piensan en el corto, el mediano plazo?
MBM: Estamos trabajando en eso. Tiene una complejidad particular porque requiere habilitaciones relevantes por parte del Ministerio, por parte de las entidades que regulan la calidad y estamos ya tramitando nuestras autorizaciones y trabajando en este proyecto que es muy integral, porque también requiere una infraestructura relevante para el área de salud que la estamos levantando en el campus de Siglo 21 en este momento. Y esperamos este año terminar también su edificio, los laboratorios y todo lo que compone este nuevo desafío.
JR: ¿Cuál es la carrera más demandada en estos tiempos?
MBM: Hay un pool de carreras más demandadas. Nosotros hemos trabajado mucho para diversificar las elecciones de los alumnos en Argentina. Yo siempre digo que es importante, cuando uno ve la oferta de cualquier universidad, mirar el proyecto país. Yo deseo desde hace muchos años tener carreras como Mecatrónica, carreras de impacto en la industria, pero no siempre esas carreras en este contexto y en la Argentina, tienen salida laboral. Entonces tenemos que ir construyendo, y acá se ha hecho un trabajo muy interesante en los últimos años con el Ministerio de Educación de la Nación, de entender cuáles son las oportunidades y las áreas de vacancia, cómo acompaña la educación un modelo de país. En la Argentina hay carreras tradicionales que son las que concentran la matrícula: Abogacía, Contador, Administración. Son carreras que tienen una centralidad relevante. Nosotros, en los últimos cinco o seis años, hemos intentado ir encontrando esas áreas de vacancia y hay dos o tres carreras que son de alto crecimiento: una de ellas tiene que ver con la Seguridad, la Criminalística y la Balística, que es una carrera que en los últimos años ha crecido de manera muy rotunda; otra de ellas es la Animación Digital y todo el mundo de la innovación y del diseño asociado a Internet y al desarrollo de la transformación digital; la carrera de Educación que es una carrera de alto impacto en la innovación educativa, es también relevante y nuestra apuesta es seguir encontrando esas vocaciones particulares, esas competencias que las personas tenemos para algo en particular y poder darle a los alumnos y alumnas de la Argentina, la posibilidad de encontrar su vocación dentro de la universidad, también.
JR: ¿Cuál crees que fue la clave de la expansión y la receptividad de la Universidad?
MBM: Creo que fue adelantarnos y tener coraje a desafiar un modelo educativo. Porque nosotros creíamos realmente que la universidad debía acercarse a las personas, esa fue nuestra motivación. Y debía acercarse a las personas que no tenían necesariamente posibilidades de acceso. Democratizar la educación superior desde el ámbito privado fue nuestra meta. Y así nos fuimos instalando en todas las ciudades de más de 50.000 habitantes en Argentina y ese ha sido el trabajo de los últimos 15 años con una modalidad altamente innovadora, en donde aprendimos todo. Hoy, cuando hablamos de mediación tecnológica o de educación online, todo el mundo sabe de qué se trata y la pandemia ha acelerado ese proceso de una manera creciente. Pero cuando nosotros comenzamos no era tan habitual y tuvimos que abrir muchos surcos y generar muchas evidencias para que el sistema creyera en la calidad de un modelo mediado por tecnología. Creo que esa fue nuestra visión: la democratización y por otro lado la flexibilidad.
JR: La flexibilidad viene dada por las distintas modalidades, ¿no? ¿Cuáles son?
MBM: Tenemos el típico estudiante universitario que sale del secundario y que decide ir a una universidad presencial y estudiantes de hasta 70 años. Entonces la diversidad de esos segmentos nos hizo diseñar un modelo altamente flexible y la flexibilidad viene dada por estas cuatro modalidades que tenemos dentro de la universidad: dos asociadas a la distancia y dos más a la presencialidad. En realidad si uno mira las cuatro modalidades en un abanico tienen más y menos presencialidad, pero el modelo es exactamente el mismo. Entonces hay algunos que van de manera presencial todo el tiempo a una sede (que generalmente es en el campus o en la sede Nueva Córdoba); hay otra modalidad para la gente que tiene restricción de horarios y quiere ir a un lugar físico y es la modalidad para la gente que trabaja y está centrada más en los horarios tarde/nocturnos; una modalidad que es la distribuida que tiene presencia en estos 350 lugares del país, que es una modalidad muy fuerte para nosotros; y una modalidad 100% online.
JR: Cuando comenzó la pandemia, ¿estaban bien parados tecnológicamente hablando?
MBM: Estábamos muy preparados y tuvimos la oportunidad de aprender muchas cosas. Me parece que cuando existe una situación como esta, por más bien preparado que estés el aprendizaje es inmenso. Y nosotros, en la pandemia, aprendimos a generar una modalidad más flexible para nuestros alumnos presenciales porque todo lo que tenía que ver con la virtualidad lo teníamos desarrollado. Sin embargo hemos aprendido mucho respecto del acompañamiento a los alumnos, respecto de la incorporación siempre de nuevas tecnologías, nosotros realmente tenemos un modelo muy basado en una visión world-class mirando qué hace el mundo, cuáles son aquellas cosas que funcionan en los sistemas educativos…
JR: ¿Qué países miran?
MBM: Miramos Latinoamérica y miramos Estados Unidos y Europa. Miramos mucho a Estados Unidos, pero también con una referencia de contextualización. Miramos España, miramos experiencias de mediación tecnológica que en un comienzo nos inspiraron como fue Brasil, hoy también miramos instituciones en México y somos parte de una red de instituciones que miran la vanguardia de la mediación tecnológica y eso nos ayuda a ir mucho más acelerados en nuestra curva de aprendizaje.
JR: Mirando todos estos países que mencionás, ¿ves alguno con otros ojos como para llegar con una sede?
MBM: ¿Desde Córdoba hacia el mundo?
JR: Sí.
MBM: Tenemos varios proyectos de Córdoba hacia el mundo con la mediación tecnológica y creemos que ese debe ser el modelo más que una presencia física. Sin embargo estamos desde hace ya algún tiempo enfocados en llegar a algunos países limítrofes con nuestra oferta de mediación tecnológica.
JR: ¿A qué países?
MBM: De los limítrofes, todos. Estamos mirándolos a todos.
JR: Fueron la primera universidad del país y no sé si de Latinoamérica, en incorporar la perspectiva de educación positiva, ¿qué implica?
MBM: La verdad es que estamos muy entusiasmados con esta perspectiva, porque en la pandemia se discutió mucho cuánto se despersonalizaba la educación con la tecnología. Nosotros, que hace 15 años que trabajamos en esto, sabemos que esos son los primeros temores que aparecen cuando uno no tiene un sistema integral y sólido. Pero nos pareció que era un buen momento para dar una señal hacia el interior de la institución y también hacia afuera, de entender cómo la tecnología como vehículo de acceso, puede integrarse con una visión extremadamente humanista. Y por eso decidimos entrar en la línea de la educación positiva que, es correcto, somos la primera universidad en Argentina que adopta esta forma de educar. En Latinoamérica hay un referente muy relevante que está siendo prácticamente nuestro padrino en este proceso, que es el Tec Milenio (Monterrey, México). Y dentro del mundo hay un grupo de universidades que seguimos esta tendencia. ¿Qué busca la educación positiva? Ecosistemas de bienestar. Lo que sostiene es que el bienestar se aprende. Para poder ser un profesional integral, con una mirada positiva, con el manejo de tus emociones y de tu perspectiva del mundo positiva, la universidad te tiene que acompañar con ciertos componentes durante tu carrera para poder habitar ecosistemas de bienestar y poder generar, a la hora de ejercer tu profesión, ecosistemas de bienestar. Esa perspectiva es una intersección entre la educación y la psicología positiva, ahí es donde se crea y se ancla la educación positiva, que tiene también mucho de síntesis de lo que nosotros creemos desde hace 26 años y venimos ejerciendo todos estos años.
JR: ¿Y en la práctica cómo se implementa?
MBM: Entrar a este club de la educación positiva implica un plan concreto: qué pasa cada año, cada semestre, con tus alumnos para poder certificar que formás a tus alumnos en educación positiva, formás a tus docentes (porque te podrás imaginar que para hablar de un ecosistema de bienestar todos los integrantes tienen que ir en esa dinámica) y en este momento estamos en toda la parte de diseño y de reestructuración de ciertos aspectos de la Universidad para atender a este foco de la educación positiva.
JR: Resumamos los planes para el corto y mediano plazo: sumar la carrera de Medicina; llegar a países limítrofes... ¿algún otro plan?
MBM: El área de salud y de bienestar como eje central. Mirar nuestra expansión desde Argentina. Y, sobre todo, impactar con mucha conciencia en el contexto que estamos atravesando. Para nosotros uno de nuestros planes centrales este año es que nuestros alumnos se sostengan en el sistema con convicción y que encuentren en la universidad aspectos que los motiven mientras están estudiando sus carreras. Y por eso hemos desarrollado un plan muy fuerte que llamamos Vida 21, es lo que históricamente nosotros conocíamos como los aspectos co-curriculares. Ese esquema del contenido por un lado (lo que curso) y lo que vivo en la universidad, separado, lo rompimos, lo estamos integrando y lo que buscamos es que en este contexto tan complejo nuestros alumnos puedan encontrar su propósito dentro de la universidad. Y que lo hagan, no solo eligiendo su carrera, sino también identificando sus competencias y explorándolas. Entonces Vida 21 trae programas de sustentabilidad, internacionalización, de emprendimientos, de género, de arte, como una forma también de impulsar esa búsqueda de propósito que es importante para la educación positiva también.
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